En Sueño Profético hablaban de querer saber, de querer comprender y de querer aceptar lo que claro estás viendo. En estas palabras pones un “no” delante de cada Palabra y te da justo lo que están haciendo.
Dijo uno:
Hay veces que se condena el hombre que ahí lo vieron bueno, que ahí lo vieron bueno pero que vivía dando la espalda a lo que Dios manda que den la cara y hagan reverencia.
Dijo el mismo:
Es peor el no querer ver, que el ser ciego. Es peor el no querer oír, que ser sordo. Al paralítico que no podía seguir a Jesús, Jesús le manda que ande. El que anda y no Lo sigue, es peor ante los Ojos de Dios Padre y peor ante el Maestro, que a Dios veían de Carne, que tuvo que decir Dios: “Tenéis ojos y no veis. Tenéis oídos y estáis sordos”. Esto es lo que hacen con los que Dios siempre está mandando de pregoneros.
Desperté, oí:
Fue Pregón dicho en la Tierra,
cuando Dios baja del Cielo.
El que no Lo quiso oír,
Pregón ya no repitió en el Cielo.
Es en la Tierra
donde sirve la Enseñanza
para subirla al Cielo.
Es fácil el aceptar,
cuando tú quieres oír
y ya aceptas lo que estás viendo.
Hay quien no quiere aceptar
y no quiere reconocer hechos.
Éstos son los hombres malos,
aunque ahí les digan buenos.
Puedes aceptar o no aceptar,
cuando conozcas los hechos.
Pero cuando es de Dios,
brilla por detrás del cerro.
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Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - Pág. 186-187
Si cerramos los ojos voluntariamente seremos los únicos responsables de nuestra caída.
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