En Sueño Profético hablaban de Magdalena, de Agustín de Mónica y de otros que ahí hicieron grandes pecados, pero que hoy están haciendo servicio a este Cielo.
Dijo uno:
Estos pecadores pecaron, pero tuvieron grande arrepentimiento cuando podían seguir pecando, cuando tenían dinero, cuando aún la belleza sirve para hacer pecar, cuando la salud desafia a los peligros de la montaña y del mar, cuando no piensas en miserias porque te sobra caudal, cuando todos te aplauden en tu forma de pensar, cuando nadie te detiene porque cumpliste la edad. Éstos son los pecadores que si dejan de pecar, ¿qué duda hay de que hoy estén en la Gloria Celestial? Estos pecadores, luego, cuando pensaron su mal, que a Dios le llegó el primero, no podían ni llorar, no pensaban en la muerte, ni ansiaban el llegar. Hubiera sido más cómodo si a Dios no quieren llegar. Pero esta Magdalena quería demostrar que su grande arrepentimiento, a Dios quería pagar, en cundir por calles y plazas que ya no pecaba más, no por hombre de la Tierra, no por enfermedad llegar. Ella quería que vieran que a Dios llamó en su pecar, y Dios le borró la cuenta.
Desperté, oí:
¡Cómo quiso Magdalena
publicar su mal vivir
del tiempo que no fue buena!
¡Cómo enseñaba a vivir
por el sitio que pecado
no podía existir!
A la que veía joven
y pudiera su belleza
llevarse a pecadores,
pronto se hacía presente
y nombraba a Dios del Cielo.
Contaba el sufrir,
y se llevaba a la moza
para que nunca admitiera
palabras que algún día
pecado en ella viviera.
Así creyó Magdalena
que a Dios Le pagaba algo.
No deseaba la muerte,
porque moría en pecado.
Ella quería que vieran
que Dios la había perdonado.
Porque dejó de pecar
sin dejarla a ella el pecado.
***
Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - Pág. 65-66-67
No es lo mismo dejar de pecar cuando el cuerpo nos limita que cuando nos invita a seguir pecando.
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