En Sueño Profético decían:
Enseña a amar, el Amor a Dios, más que las palabras. El Amor es exigente, pero con el traje del Amor, ya no ves la exigencia, ves deseo y Amor.
No hay quien tenga este sufrir
y quede indiferente,
porque el sentir de Aquí
es sentir de Eternidad,
de tener a Dios presente.
Que yo lo tenía ahí
día y noche, en mi mente,
y luego de mí se iba
y se ponía en Imagen,
quedando mente vacía,
quedando Él en Presencia,
y yo sin poder mover
ni mis sentidos ni mi lengua,
para poderle pedir
que en el convento vieran
lo que ninguna creía,
por más que yo le dijera
que es Jesús el que me dice:
¡Teresa!, y me despierta.
Y me quiero despertar
y no sé quién no me deja.
Pero ya, sin ver ni oír,
y quedándome inquieta,
otra vez siento el sentir
de algo que no es de Tierra,
de algo que Dios le da
a todo el que “el algo” quiera.
Desperté, oí:
No era sólo el éxtasis
o Visión que Dios me hacía.
Era algo que me daba
y que yo lo repartía.
Era Amor con Caridad,
para que yo me frenara
cuando me ponía a hablar.
Era un Amor de contagio,
de Palabras de este Cielo.
Era Caridad en Palabras,
y luego el mismo Amor
me decía otras Palabras
que no iba a decir yo.
¡Ay Dios que das en Palabras
Caridad y Amor del Cielo,
y esperas a perdonar
a tantos que Te ofendieron!
¡Ay Dios que el hombre Te obliga
a que le dejes Infierno!
TERESA DE ÁVILA
***
Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - Capítulo 7
No hay experiencia más intensa que sentir el Amor de Dios. Si queremos vivir intensamente, amemos intensamente.
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