En Sueño Profético yo decía:
Señor, yo que veo fácil y siempre lo he visto, hacer todo lo que a Ti te agrada. Yo, todo lo que venga de Ti lo hago sin trabajo.
Dijo uno:
Lo más difícil es
aguantar las palabras.
Ésta es la mayor prueba,
y haciendo ésta ya pasas,
pasas y ya todo lo demás
lo miras sin importancia.
Donde estés pones la Paz,
y después viene la calma,
y ya te sientes con Dios,
y tú mismo de todo te apartas,
de todo lo material
que tu ves que de Dios te aparta,
y como no te retiras
de hacer lo que a Él le agrada,
Él te manda claridad
para que veas sus cosas claras,
porque las cosas de Dios
son oscuras para el que no ama.
Para el que Lo ama mucho
es claridad sin ventanas,
claridad que tú ya sientes
dentro de tu misma alma,
y ya te ocupas
de que si aquél no ha comido,
de que si el otro no tendrá cama;
ruegas por el pecador
y a Dios suplicas y llamas,
para que les dé el Perdón
antes que de ahí se vayan.
Ya con esto Dios te elige
y te da Sabiduría
para que puedas hablar
con ese gran académico
que de Aquí no sabe nada.
Por mucho que haya leído
y el libro mucho explicara,
puede repetir y repetir
lo que otro hombre haya escrito,
de otro de Aquí de esta Gloria,
que otro espíritu le dictara.
Desperté, oí:
Tú puedes saber de Aquí,
pero un saber sin práctica.
Pero no como el que Dios trae su espíritu
y Aquí con nosotros trata,
en esta Gloria de Dios,
Gloria donde el hombre no manda.
Porque en la Gloria de Dios
no puede el hombre mandar,
por mucho que ame a Dios.
Dios perdona al hombre
por lo mucho que Lo ama.
¡Pero dejar que mande en la Gloria!
Esta Gloria se acababa.
***
Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo I - Pag. 162-163-164
El hombre no manda en la Gloria ni, conociéndola, querrá mandar, porque todo lo llena el Todopoderoso.
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