En Sueño Profético decían:
Dios no castiga, Dios aparta y te retira, y no oye las súplicas del que Le dio desprecio y a su Palabra no acudía.
Dios aparta y no castiga, pero al quedar apartado, date ya por castigado.
Dios aparta y no castiga. Si Dios castigara, el día no vería la claridad. Sería noche y día oscuridad permanente, y ya sí sería castigo.
Que un “Sí” de Dios dejaría al mundo, oscuro, que es lo que merece el mundo.
Dijo uno:
Las fuerzas del mal crecen porque el hombre quiere vivir un mundo sin Dios. Él cree que su vida es suya, y no piensa que la vida está esperando la Llamada de Dios. Que ésta no tiene noche ni día, ni respeta medicina que mandara un buen doctor. Ella oye la Llamada y, lo mismo en risa que en llanto, se va dejando ahí el cuerpo, y ya tienes que enterrarlo. Esto es Vida que la cultura no quiere enseñar.
Debería el hombre hacer público el porqué no enseñar esta Existencia. Que si pensara en la muerte, su cara lo diría con tristeza, y si se notaba un mal en su cuerpo de los pies a la cabeza, aunque fuera sin remedio, tendría que cambiar.
Desperté, oí:
¿Qué diría un hombre culto
que ocupara un buen sillón,
si el del campo preguntara:
“¿Por qué no enseñar de Dios?”.
Esta pregunta le haría
hasta sentirse un dolor
donde enfermedad no había.
Si de la Tierra no se pasara,
no consentiría el Cielo
que de Dios no se hablara.
La cultura es culpable
que de Dios no se hable nada.
***
Libro 24 - Dios No Quiere, Permite - Tomo IV - C2
No hay comentarios:
Publicar un comentario