En Sueño Profético hablaban de la Gloria. Decían:
La Gloria es para todo el que la quiera. La Gloria no tiene suelo, ni tampoco tiene fronteras, es el sitio de lo Eterno que vivió un tiempo en tu cuerpo, que mientras servía al cuerpo eras el dueño, para que quisieras Gloria o profundidad donde jamás a Dios podrías verlo.
La Gloria tienes que quererla antes de que muera tu cuerpo. Que tu cuerpo es la casa del espíritu. Si tu espíritu quiere a Dios, tienes que obligar al cuerpo a que viva como Dios mandó y manda, y así, ya tiene contacto con Dios, que es la única Verdad de la vida. Lo demás es hoja en árbol, que al final caerá al suelo aunque el árbol tenga gran altura y la cuide mucho el dueño.
La Gloria tiene más nombres, pero sólo tiene un Dueño. Que este mismo Dueño enseñó al hombre que sólo hay un Dios y tres Imágenes: el Padre, el Hijo y el Poder de Dios Padre, que se nombra Espíritu. Este Poder de Dios Padre se hace Dios Hombre, y ya es Dios Hijo, que es el que le ofrece al hombre su Reino. Le ofrece y le promete entrarlo en su Gloria, que es su mismo Sitio, pero tiene que quererlo el cuerpo antes de que pierda el sentido.
Desperté, oí:
Hablaban en la Gloria para que el hombre no perdiera la Gloria, el que quisiera Gloria.
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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV - C4
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