En Sueño Profético decían:
Se van ha decir palabras para pensarlas y cada uno coja la Enseñanza que él vea que le hace falta:
No vale más el saber, que la Iluminación de Dios.
Tiene que llegar el momento que, al que esto crea, no le extrañe que le niegues consejo.
Si el de cerca practica la Obediencia, al de lejos lo acerca.
Es más de Dios el que come y quiere que todos coman y aparta de su comida para el hambriento, que el que come teniendo de sobra y no se trae a su mesa al que por hambre se esté muriendo.
Pues si el que Dios Aquí trae, quiere que hagas lo que él está haciendo, no dudes y acuérdate de cuando echaron la red y acudieron los peces. Pues si los peces obedecieron porque vieron obediencia en la red, ¿por qué tú no obedeces al Instrumento?
En esto, con los ojos cerrados, ves verdad, porque el sentir te lo va diciendo, que la actuación es Luz de Aquí.
Desperté, oí:
¡Cuántas palabras decían en la Gloria que no las dictan! Y ponían dos personajes: “Saber del hombre” e “Iluminación de Dios”.
Decían, que el saber del hombre podía saber de alguna rama.
Bien por libros, bien por practicar con lo que aprendía.
Pero que la Iluminación de Dios era palpitación Divina, que no necesita libros ni profesor.
En esto, el sentir forma diálogo con la montaña y el llano, con el pájaro y la fiera, que siendo pájaro, su vuelo olvida a la fiera.
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Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C7
Quien lleva la iluminación Divina sabe que su ilustración no es de la tierra porque no hay nada en el mundo que te enseñe sin profesor ni libros ni palabras
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