En Sueño Profético
hablaban del Poder de Dios y la reacción del hombre. Decían:
¡Qué
trabajo le cuesta al hombre decir que lo que Dios hace, él no lo puede hacer!
¡Y qué pronto sale el nombre de Dios cuando las cuentas no le han salido bien!
Pero sale el Nombre, ofendiéndolo, no alabándolo con estas palabras: “Él sabrá
por qué a mí me pasará esto, en la culpabilidad del hombre y en el permitir de
Dios”.
Dijo
uno:
Si
Dios respondiera a las ofensas que el hombre le hace a su Presencia y a sus
Palabras, el mundo hace tiempo que ya no sería mundo, sería un desierto encima
de un mundo.
Desperté, oí:
Si
el hombre quisiera ver, vería a Dios premiando al hombre.
Y también lo vería cuando él Lo ofende.
Lo
vería en su conciencia, cuando le llegara momento de pedirle nada más que
fuerzas.
Luego,
llega momento de la muerte, que no te sirve ni el dinero ni el talento.
Decían
en la Gloria, que el hombre nombra a Dios, pero es para ofenderlo más que para
darle gracias en lo que él no había hecho.
Son
las Cosas de Dios claras, y oscuras para que el que no cree sus Palabras.
Que no les llegue descanso a cundir que Dios manda estas Palabras.
***
Libro 32 - La Palabra del Creador - Tomo III - C7
Hace falta un Milagro pero bien grande para que el hombre vea la realidad de una vida prestada, que termina rápido y veloz.
ResponderEliminarSi la Humildad se pusiera de moda, que cambio daba la Tierra.
Con Humildad se acababan las fantasías de una estancia pasajera.