En
Sueño Profético decían:
¡Qué alegría es amar a Dios y creer lo
que Aquí, en la Gloria, mandan!
¡Qué alegría es amar a Dios y oír al que
Dios le habla!
Pero al oírlo, tú ya no mandas en tus
palabras. Si el Elegido dice que hay que reformarlas, tu contestación es: “Gracias
Señor, porque yo no merezco esta Enseñanza. Gracias Señor por estar cerca de
donde Tú haces milagros de muchas maneras”.
Dijo uno:
Hay más milagros ocultos que publicados. Unos, del
cuerpo. Y otros, del espíritu.
Hoy, cuando te hagan preguntas, verán tu presencia,
pero las palabras no serán tuyas. Que aquí, el que tenga estudios, más
comprende que las Palabras son de la Universidad Divina, en la que sólo hay un
Maestro, que es Dios. Esta Sabiduría acampa donde hay Amor a Dios y obediencia
a sus Palabras.
Desperté, oí:
Nombraban la obediencia muchas veces, y decían que la
obediencia la presentaba el Amor a Dios.
Este Amor no te consiente que la obediencia la
guardes.
Este Amor te hace que veas que la Palabra de Dios es
lo más grande.
Que por esto sufre tanto el que Dios le da su Mando.
Por ver que en una Cosa tan grande tenga Dios que
esperar a ver qué es lo que dice el hombre.
Aquí el descanso sea despedido, porque Dios mandará
fuerzas hasta que se entere el mundo de que este Caso hoy es único.
Que lo pueden comprobar y ver por la cantidad de
Libros que hay hechos y muchos más por hacer.
Si el hombre pensara esto, vería milagro, por no
mandar Dios castigo.
Libro 41 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo III - C3
Grande es el Mensaje y Grande su Enseñanza
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