En Sueño Profético yo decía:
“Señor, no se portan bien contigo algunas personas, y luego te piden que les concedas lo que creen es su sufrimiento. A mí me daba vergüenza pedirte, cuando yo creía que no lo hacía bien”.
Desperté, oí:
Porque tu espíritu ha vivido siempre mi Existencia. El hombre vive mi Crucifixión.
Si el hombre hubiera amado a mi Padre, mi Crucifixión, que fue en Dios Hijo, el hombre no hubiera hecho este grande mal.
El que no Me admitió a Mí, estaba en contra de mi Padre.
Y el que desprecia al Profeta, está en contra de Mí.
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El Amor quita sufrimientos a Dios y aligera la cruz del hombre.
ResponderEliminarUna de las cosas que aprendimos de Ana era vivir la Prensencia de Dios, saber que Él está vivo y presente para el que Lo ama.
ResponderEliminarBendita sea la presencia de Dios, es lo que nos da fuerza a nuestra vida.
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