En Sueño Profético yo decía:
“Señor, yo quiero hacer lo que Tú quieras, aunque nadie lo vea bien; que se haga la Publicación con tu Mando, donde Tú quieras. Yo quiero que sea en la Iglesia, pero si Tú lo quieres. Señor, que pronto vea el mundo todo lo que Tú me dices”.
Salieron dos hablando, que no me dictan las Palabras oídas en Gloria.
Ya dijo uno:
Dios Hombre, invitó a unos, y viendo que no acudían, salió a la calle y llenó sus asientos con otros que no Lo conocían. Dios quiso que hubieran entrado los que Él invitó, pero permitió a los que Él era desconocido para ellos.
Dios elige un sitio para su Nacimiento; el hombre no acepta, pero Dios tiene que nacer. Dios que coge un sitio para hablar de Dios Padre, que se hace Hijo; es el mismo Padre, y el hombre quiere apropiarse para centro de pecados; pues ya pecaron cuando hacían tratos en sitio de oración, en sitio que Dios Hombre pisaba. Dios los arroja del Templo donde quería ver lleno de hombres, pero de hombres que a Él amaran. Dios quiere el Templo para que oyeran su Voz y la pusieran en práctica. Dios los echa, y Dios continúa su Enseñanza, que en ésta más aprendió el fariseo que el que Lo amaba. Esta Enseñanza era para el que creía que, por ser Dios, se dejaría que el hombre Lo arrinconara. Luego daría la Enseñanza de su Obediencia hacia el Padre, y dejaría al descubierto a los hipócritas, para que lo supieran los suyos. El Templo continuó para oír las Palabras de Salvación que el Padre decía al Hijo, siendo Todo un mismo Dios.
Ya fueron éstas las últimas Palabras del Arrobo:
El mundo sabe de Dios, no por el hombre. El mundo sabe de Dios, por su mismo Dueño. Dios le da al hombre sus Palabras para que les sirvan a todos los hombres. Si el hombre intenta callarlas, Dios mismo hace que suenen.
Desperté, oí:
Si despacio y sin prisa
lees este gran Dictado,
ves que la Publicación
Dios la manda a otro lado.
Todo lo que Dios le dijo
a hombres, ahí en la Tierra,
se cumplió, aunque después
el hombre viera tinieblas.
Dios llevará la carreta
por sitio que no se atranque,
y bueyes con doble fuerza.
¡Dios nunca puede aceptar
lo que el hombre le proponga!
Porque la Gloria sería,
Gloria sin sentir la Gloria.
“La Gloria, dirían los hombres,
pero Allí no era mi Gloria”.
Esto es Palabra de Dios,
aunque todo es Dios y es Gloria.
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Libro 7 - Investigaciones a La Verdad - Tomo I - Pag. 152-153-154
Dios concede al hombre la capacidad de escoger, pero no el Poder.En sus designios no interviene la decisión del hombre.
ResponderEliminarQué consuelo da el Mensaje, es Dios el que publica sus Palabras, no el hombre.
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