En Sueño Profético decían:
Dios no te pide, Dios enseña, y si tú Lo amas, tú aprendes; aprendes y enseñas; enseñas a amar, y cuando éstos amen, ya no pueden ver que otros pequen y no amen; y sí disfrutarás cuando veas que aman los que pecaron, porque puedes haber pecado y hoy amar, pero no estar pecando y decir que ayer amaste.
Si enseñas a que el espíritu ame, no dejará que peque la carne. Para enseñar al espíritu tienes que entregarte al que Dios se comunica. Si en lo material quieres curar la carne, te sometes al médico; y si quieres hacer una carrera, obedeces al profesor.
Desperté, oí:
Y si no quieres que te encarcelen, respetas a las autoridades.
Pues si te hablan Palabras que Dios está diciendo, obliga a tus oídos a que oigan este “diciendo”.
Evangelio con tal fuerza, que destapa a este silencio.
Y silencio que no calla, por ser Dios el Pregonero.
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Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - Pag. 136
No hay Profesor de mayor prestigio que ofrezca una Enseñanza más importante.Los aprendices, en nuestra práctica, podemos atraer a muchos.
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