En Sueño Profético decían:
La persona que siempre vive la Paz, nunca peca.
Vivir la Paz de Dios y pecar, no puede ser.
Paz es Dios. La Paz, Dios la dejó como Aliento Divino, como Presencia suya, como Resplandor que alumbra, como Cobijo del espíritu.
Donde hay Paz, allí está Dios, y Él te guiará por las atribulaciones que el mundo del pecado con facilidad te pone.
Por falta de Paz no vive el hombre tranquilo.
La Paz te hace pensar antes de hablar y antes de accionar; te quita de que tus palabras insulten y de que tu acción golpeara. Si tienes que contestar en una injusticia, si lo haces con Paz, puede que tu Paz a la injusticia derrote.
Dijo uno:
Hay muchos que esto no lo comprenden porque viven siempre en la lejanía de Dios; tienen a un Dios tan lejos, que nunca se acuerdan de Él, y por consiguiente, nunca Lo llaman. Éstos son los que la Paz desconocen, por desconocer Amor.
Dijo el mismo:
Por eso tiene el Amor esa Fuerza, porque en amando, ya el Amor rechaza lo que a Dios no agrada y lo que Él no tiene mandado; ya el Amor se encarga de ir a pasito lento, pero siempre al mismo paso, como a Dios que llevas dentro porque tú quieres llevarlo.
Desperté, oí:
¡Es tan hermosa la Paz
que Dios nos dejó de Premio,
que aquel que viva esta Paz,
ya vive como en el Cielo!
Todo el que hable de Dios,
si Paz no siente por dentro,
verá algo que no va:
ira, soberbia, lamentos
de querer a Dios mandar.
La Paz, si no estás con Dios,
ya Paz no puedes llamar.
Es la alegría mayor,
el que pueda disfrutar
la Paz que Dios nos dejó
y la trajo en Navidad.
Si amas, aprendes y enseñas,
nunca se acaba esta Paz.
***
Libro 11 - Te Habla El Profeta - Tomo II - Pág. 52-53-54
La Paz de Dios no es tibieza ni conformismo. Es la Confianza y la Fortaleza que brotan del contacto con Él.
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