En Sueño Profético decían:
Hacerle un bien al Elegido, no se lo haces a él, se lo haces a Dios, respondiendo a lo que te llega o te llegó por el contacto del Elegido.
Elegido –ya comprobado que están al servicio del Mando del Cielo– es gran Premio para el que lo trata y acepta lo que está viendo. Pero el que el trato lo evita, ya con esto, está desmintiendo.
No aceptar ni tener trato, ¿qué disculpa darán luego? ¡Si Dios manda sus Palabras y le acompañan los hechos! ¿Qué debía de hacer el que esto lo esté viendo? La contestación es: alegría o miedo.
Miedo cuando te veas morir, si piensas: “¿Yo qué servicio hice a tus Palabras, Señor? En los apuros pedía, pero luego no oía al que de mí necesitaba”.
Dijo uno:
El ayudar al que Dios manda, no ayudas a él, obedeces a Dios.
Si cuidas al pie, le das al cuerpo que manda en el pie.
¡Pues figúrate servirle a Dios y no querer servirle!
Desperté, oí:
¡Es pena para el Cielo,
que Dios mande Premio al hombre
y el hombre no quiera Premio!
La vida y la muerte viven juntas,
en un mismo cuerpo.
La vida se va con Dios,
si es vida que quiso el Cielo.
Cuando Dios llama a la Vida,
quítale el nombre de muerto.
Porque a los vivos de Dios,
Aquí no les dicen muertos.
***
Libro 19 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo III - Pág. 206-207-208
No aceptar el trato con el Elegido es no creer en Dios Vivo. Aferrarse a una imagen encerrada en la biblia, que responda a mis deseos, es seguir creyendo en el becerro de oro.
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