En Sueño Profético decían:
Si en las injusticias sigues diciendo “Señor Te amo”, tú amas a Dios.
Si en el dolor de la carne buscas a Él primero, tú amas a Dios.
Si el consejo que dieras, fuera en tus bienes perdiendo y beneficiando al Prójimo, tú amas a Dios.
Si esto no lo sintieras, no te ha llegado su Amor.
¿Quién puede amar a Dios y después pedirle cuentas?
¿Quién puede tener su carne enferma y primero acudir a los hombres en la Tierra, sin decir antes: “¡Dios mío!, que digan lo que Tú quieras”?
Ya, buscar el engañar al Prójimo, tarde o temprano, en ti caerá la deuda.
Dijo uno:
Para saber si amas a Dios, tienes, tú mismo, que hacer un examen de conciencia, y pensar: “Si Dios permite, Él, como Dios, dará respuesta”.
El Amar a Dios te achica o te agranda.
Haz este pensar: “Si te hicieran ofensas, haz por achicar. Y si fue premio chico, tú lo puedes agrandar, diciendo: “¡Dios mío, cuánto bien me das!”.
Desperté, oí:
Si esto lo vives,
amas de verdad.
Son las injusticias
las que retiran de Dios,
porque te falta amar.
Si piensas en Dios,
tú te acercas más.
El hombre interpreta:
“Me voy a retirar.
¿Para qué me sirve
amar sin ganar?”.
El que piense esto,
nunca buscará
al que Dios le mande
que enseñe el amar.
Es carrera corta
seguir y buscar
el Cielo y la Gloria.
Lo que sí es difícil
es que el título cojas
porque no has pedido
cuentas a la Gloria.
Dios, cuando te manda,
ya el título nombra.
Y no hay quien revoque
esta grande nota.
Porque el Tribunal
existe en su Gloria.
***
Libro 19 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo III - Pág. 89-90-91
Dios permite porque deja libertad, pero también da fuerzas para sobrellevar su permitir, protege y premia. La Confianza en Dios nunca defrauda.
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