En Sueño Profético decían:
Hombre sin amar a Dios, quiere enseñar el pecado al niño como una obligación.
Dijo uno:
¡Cómo el Permitir de Dios deja al descubierto al hombre sin temor a Dios!
Enseñar al niño lo que el hombre, por ser hombre, practica, es ir en contra de Dios y haciéndole a Dios desafío. Es desprecio descarado a las Palabras de Dios Hombre, que como Enseñanza dice a los hombres: “Haceros niños y no perderéis mi Reino”.
Estas Palabras las dice Jesús para que el hombre no viva maldad y, en sus actos, Amor a Dios demuestre.
Pues, ¿cómo querer cambiarle al niño sus sentimientos por la maldad del hombre?
El niño es pie en zapato, que ya pedirá el pie el número que no le haga daño.
Al niño edúcalo a lo que es bueno y a lo que es malo, pero explicándole como a niño que te oye. Que cuando llegue a mayor y vea el campanario, ya comprenderá que tocarán las campanas para alegría o para llanto. Esto, al niño, niño, jamás puedes enseñarlo.
Desperté, oí:
¿Cómo el pollillo que va
detrás de la gallina madre
puede tapar con sus plumas
como la gallina hace?
Pía y corre como ella,
y también sigue a la madre.
Por mucho que le enseñaras,
le falta tiempo y plumaje.
Un recipiente de litro
y otro que siete le caben,
siendo el mismo material
y para el mismo servicio,
al de litro, los siete no puedes echarle.
Pues en niño y hombre
hay diferencia más grande.
Al niño enséñale,
con recato y con alegría,
los Mandamientos de Dios.
Practicando recato
y viendo mal
el crimen y la violencia,
ya eres un buen cristiano.
¡Qué lástima que los hombres
quieran que el niño sea hombre
y que pierda este contacto!
***
Libro 24 - Dios No Quiere, Permite - Tomo IV - C2
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