En Sueño Profético recordaban escenas que yo había vivido. Se vio la ciudad y luego el campo. Se oían risas y luego llantos. Se vio una cama y un hombre enfermo llorando. No salían lágrimas porque el llanto era por dentro, que es el que da más sufrimiento. Decían:
Le han retirado el hijo y le han acercado el contagio. Tiene que vivir momentos de angustia, tan sólo en Dios confiando. Porque el hombre asegura que jamás tendrá ya curación para volver a la vida que en la ciudad se ha dejado.
Desperté, oí:
Si este transcurso vivió,
siempre en Dios confiando,
¿cómo extraña,
al que conoció esto,
que Dios hoy le dé Mando?
Fue dejar comodidad y silencio,
por no poder detener
aquellos momentos
tan inesperados y malos.
Fue poner una muralla
y dejar vida a otro lado.
Sin esperanzas para el hombre.
Para Dios, era ya
camino preparado.
***
Libro 31 - Te Habla el Profeta - Tomo IV - C3
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