En Sueño Profético decían:
Cuando tú amas a Dios, todo lo haces con alegría. Pero es alegría mayor
cuando te piden: ¿por qué no me haces esto para Dios? Aquí te da
alegría, pero alegría con pena, si piensas: ¡Tener que pedir Dios,
cuando era para que estuviera todo el que pisa la Tierra ofreciéndose,
diciendo: “qué quiere Dios de mí, si todo lo que me pida es suyo, porque
Él antes me lo dio a mí! Me dio y me deja que sea dueño, para que con
lo que es suyo yo pueda a otros servir, con su salud, su tiempo y su
dinero”. Con este pensamiento que el hombre hiciera, vería que él estaba
viviendo siempre con un préstamo sin fecha, y que el dueño no era él,
para que Dios le pidiera.
Aquí tienes para aprender y enseñar para que aprendan.
Desperté, oí:
Si tú aprendes,
por fuerza enseñas.
Pero tienes que amar a Dios,
porque este enseñar
no es de la Tierra.
El enseñar de la Tierra,
tienes tú que pagarlo.
El enseñar de Dios,
es que Dios te premia.
Hazle servicio a Dios
en aquello que tú puedas,
y piensa que lo que haces,
es que quiere Él que quieras.
Que si piensas esta frase,
“es que quiere Él que quieras”,
te dan ganas de vivir,
porque ya vives la Gloria.
Allí sirves en espíritu,
y Aquí, con espíritu y materia.
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Libro 28 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo V - C1
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