En Sueño Profético se vio una avenida llena de gente. Se veían de espaldas, no de frente.
Dijo uno:
Si al que ama a Dios y servirle quiere, le saliera una luz en la cabeza, que todos la vieran, pocas luces verían, porque de este Amor escasea el hombre.
Al hombre pídele para el hombre, y si al que le pides sabe que es para un hombre importante en la Tierra, de momento cogerá caminos y servido quedarás. Pero para Dios ponen la frontera.
Si el hombre pensara en la vida del cuerpo, a Dios no Le negaría nada.
Y antes de pedirle el hombre a Dios, con alegría lo daría, a pesar de los siglos que han pasado que Dios bajó a la Tierra y se hizo Hombre y enseñó al hombre que lo primero fuera el amarse.
Habiendo Amor, habría Paz, y esta Paz haría contacto en el Cielo. Las Palabras de Dios quedan escritas, pero la falta de Amor y que otros crean que ahí termina la vida, hace que la Paz no reine.
El hombre necesita que no le falte el pensar en los muertos que estuvieron vivos como está él, y que llegando la muerte, Aquí, el documento que sirve son tus hechos.
Desperté, oí:
Tiene que repetir la Gloria, que si el hombre desprecia sus Palabras, dichas antes de Su Venida, dichas cuando vivió de Hombre en la Tierra, y que hoy las sigue diciendo y manda que las escriban, al conocerlas y despreciarlas, el día que su cuerpo muera, Aquí no podrá entrar.
Si al que ama a Dios y quiere servirlo le saliera una señal, sería gran pena que el que amando a Dios, esta señal no viera.
No puedes querer a Dios sin tener estas palabras en tu memoria y tu lengua: “Señor, mándame lo que Tu quieras. Si tu Mando despreciara, llévate mi vida, y mi carne déjala muerta”.
“Porque si yo no Te sirvo, yo ya me doy por muerta”.
“Quiero estar viva para Ti y muerta para la Tierra”.
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Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C5
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