En Sueño Profético hablaban de la reacción del hombre cuando sabe que Dios, cerca o lejos, hace Presencia en apariciones, milagros o contactos con esta Gloria. Que éstos no pueden ser ocultos, ni ocultarlos el hombre.
Decían:
La primera reacción del hombre es hacer daño, para hacer sufrir donde estos Fenómenos se presenten. Que si el hombre amara o creyera, no sería ésta su reacción, porque no te la permitiría ni el Amor a Dios ni el temor a su Poder.
No hay quien lleve el mando de una simple empresa y no haga el que está allí el mando que dé el dueño o el que la lleva. Pues piensa tener a diario un Escrito de éstos, Aquí en la Gloria, y no obedecer a sus palabras, que no son del Instrumento, y ayudar en el sufrimiento que Dios tiene permitido, para que con su ayuda se hagan mayores y den más escándalo estas Palabras, por ser Dios Fuente de Sabiduría.
Desperté, oí:
Está llegando el momento de que Dios no le conteste al hombre cuando el hombre le pida a Dios.
Porque el contestar sería fuego, diluvio o movimiento de tierra, y el temblar le llegaría a todo.
No sabe qué hacer el hombre para, ante esta Verdad, poner otros casos que la desmientan.
Igual que la prohibición te la hizo al confesionario, el hombre Le está pidiendo a Dios, con su mal comportamiento, que tu oración no sea oída ni por ruegos ni por llanto.
Fue poco cuando nombró: “Manojo de víboras, sepulcros blanqueados”.
El hombre Le pide a Dios que el Diluvio continúe, pero le espera otro mundo peor que el que se ha buscado.
Tu entrega sea la misma al que recibe tu mando.
Que el Mando le llega de Aquí al Portavoz, y el Portavoz lo va dejando.
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Libro 30 - Investigaciones a la Verdad - Tomo IV - C1
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