¡Señor, Te alabamos!

En Sueño Profético se oía:

¡Señor, Te alabamos Aquí en la Gloria
por el desprecio tan grande
que el hombre Te tiene en la Tierra!

¡Te alabamos los espíritus
que nunca tuvimos cuerpo,
y los que allí, en la Tierra,
el cuerpo dejaron,
y su espíritu, a Dios,
Dueño de todo, entregaron!

¡Señor, Te alabamos!

Dijo uno:

Dios permite al hombre, y le deja su Permitir para que sea conocido por los pocos que a Dios aman.

Dios hace publicación y al hombre destapa, y cuando el cuerpo ahí quede, estas Puertas Divinas se encontrarán cerradas.

Al hombre háblale de otro hombre, pero de Dios no le hables nada. Por eso, cuanto más cundas estos Mensajes, más vergüenza pasarán los que Dios tiene de Representantes y no acuden al Lugar, y los administradores temporales de los bienes que Dios les deja.

¡Qué siendo Dios el Dueño, les tenga que pagar un elevado precio para que el hombre lea lo que Dios le dice a un espíritu, que aún no ha dejado el cuerpo, para Salvación de la Humanidad!

Desperté, oí:
Para sanar el cuerpo cuando tú lo tienes malo, pagas al médico, aunque no lo cure y lo dé por muerto.

Dios tiene que pagarle al hombre para que el hombre vea las Palabras de Salvación que Él le dice a un espíritu en su Gloria.

¡Es pena que el Dueño de dueños, por no acabar con el mundo, el hombre Le dé sufrimientos!

Debería el hombre buscar dónde Dios está hablando, y de rodillas implorar: “¿Merezco yo ser enterrado?”.

Media vida de mi vida, yo daría, y sería poco, para que el hombre cundiera que Dios es Vivo y no es muerto.

Si el hombre creyera en Dios y pensara en la muerte, siempre tendría estas palabras en su boca, y primero en su mente.

“Señor, vivo por Ti, que eres el Dueño de todo lo que a mí me deja vivir”.

Si esto lo pagara el hombre, nadie podría vivir.


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Libro 24 - Dios No Quiere, Permite - Tomo IV - C6