En Sueño Profético decían:
Cierto que el Amor a Dios te da compaña y
te da palabras.
De momento se vio un río y una mujer de
espaldas. Y siguió el mismo explicando:
Esta mujer se quitaba el sufrir viniendo
a la orilla de este río, porque sabía que el Maestro lo pasaba. Sentía sus
Pasos, y su Voz y sus Palabras recordaba.
Ya sigue hablando esta mujer, que su
origen era de Samaria:
Yo me quitaba el sufrir cuando el Maestro
hablaba. El oírlo, para mí, no era lo que yo escuchaba en el momento de oír,
era aún más lejano lo que me pasaba a mí. Lo oía y ya me guardaba sus Palabras
para mí, y cuando el sufrir me ahogaba iba al sitio, que si no podía Oírlo,
recordaba sus Palabras. Y allí, en el mismo sitio, yo sentía las Palabras y
veía su Figura y mi sufrir se apagaba, como se apaga la lumbre en medio de la
montaña cuando el agua la cubre. Y ya, se iba el sufrir y se acababan las
lágrimas. Y una vez ya en mi faena, las penas las soportaba y todo era
diferente. Si los chiquillos me hablaban con su pedir impertinente y con sus
risas de ángeles y su vivir inocente, que los mayores manchamos si a Dios no
tenemos presente.
Desperté, oí:
Esta mujer enseñaba
a poderle al sufrir.
Seguía y buscaba las Palabras del Maestro
donde las pudiera oír,
para vivir con su carga.
Tenía marido
y vivía sin marido en su compaña.
Y buscaba al Maestro
con sus hijos en su compaña.
El día que no Lo oía,
al sitio que Él pasaba ella iba
y le pedía al Padre que la recordara.
Al Padre que estaba en la Gloria,
para que el Hijo mandara
a su marido a su casa.
Tenía que defender
lo que era de sus hijos,
aunque antes de ella fue.
Y ahora todos están en la Gloria
por el grande Amor que tenía esta mujer.
***
Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C1
Ay Señor, que Mensaje!!
ResponderEliminarEl Bálsamo para el sufrimiento es sólo uno: Dios.
Y en su Palabra va también su Cuerpo.