En Sueño Profético decían:
No hay alegría mayor, que decir:
“Yo estoy al Mando de Dios. Y cuanto más Mando me dé, más conocido seré”.
Este Mando abre caminos en el
monte y en el llano, porque lleva Poder de Dios, que es un Poder, que diciendo
“Dios me habla”, ya sobran letras y palabras.
Dijo un espíritu de la Gloria:
Cuando es Mando de Dios, el Mando
te da una fuerza que ya no admites cambiar una palabra por la que digan hombres
de grandes carreras. Éste es el justificante mayor para defender que estos Dictados
son Palabra de Dios.
Los prólogos de los obispos para
estos Libros han sido mandados a Dios como obediencia al cargo que en la
Iglesia tienen. A este cargo es al que le pertenece vigilar al que diga que
Dios le habla y arroba su espíritu. De no ser verdad, para que ningún cristiano
se acercara al Elegido. Y de ser verdad, dando grandes justificantes y grandes
prólogos –empezando por la Cabeza de la Iglesia– como los que tienen estos
Libros.
Con los justificantes que aquí
hay, el Ministro de Dios que no se pone a las órdenes de Esto, se está
perjudicando. En la Casa de Dios deberían leer estos Mensajes y decir que Dios
está Vivo en su Gloria y que estos Mensajes los está diciendo.
Todo esto que se está diciendo es
dándole el sitio a esta Verdad Divina, que Dios manda que se publique.
Aquí se ve el Permitir de Dios
mientras el cuerpo vive. Cuando muera, ya no tendrá disculpa el que haya
despreciado esta cantidad de Libros, hechos con Palabras dichas por Dios en su
Gloria. El que los haya despreciado, no ha podido decir que Esto no es
Evangelio ni Mandamientos de Dios. Pues aquí se puede ver que éstas son las
mismas Palabras de Dios, antes dichas y hoy diciendo.
Si crees en Dios, no puedes a
Esto darle desprecio. Si se lo das, no digas que en Dios crees.
Desperté, oí:
Hablaban en la Gloria de los que
se llaman cristianos y de los que representan a Dios.
Yo decía: “Señor, no Te enfades,
porque yo debería dar más escándalo”.
“Señor, no Te enfades”. Este
pensar te llega porque crees que una cosa tan grande y con los justificantes
que tiene, era para que más aprisa con ella se formara escándalo.
Ya se dicen las últimas palabras
que el Elegido pensaba cuando le llegó el sueño.
“Señor, dame fuerzas para que le
pueda a lo que el cuerpo no puede”.
***
Libro 60 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VII - C3
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