En Sueño Profético decían:
Si valoraran estas obras que hace
el que Dios manda, antes que alegrías, sufrimiento les entraba. Y pensarían:
“Yo no merezco que por mí se dé cansancio su cuerpo”.
Dijo uno:
No hay valor que más grande valoren, que tener la presencia, unos minutos, del que Dios le da Mando para que oigan los hombres cómo es el vivir de esta Gloria. Pues si unos minutos tienen grande valor, pon precio a una noche, con la petición en el Cielo para que Dios cure el espíritu y el cuerpo. P
ara que tengan en cuenta que la vida
del que Dios le da Mando es toda de entrega al Prójimo y despido al cansancio.
Dios permite en la Tierra, pero
no en la Gloria.
Desperté, oí:
Si aquí no mandará Dios, los
sufrimientos quitarían fuerzas y el consejo sería: “mientras no me llamen, yo
no Le pido a Dios”.
Hace pensar al que a Dios ame,
que no tiene precio el estar una noche despidiendo al sueño y pidiendo a Dios
que cure los cuerpos.
A pesar del poco sueño, Dios
arroba el espíritu y hace que diga el arrobo y quede escrito.
Esto, de no ser Dios, no hay
quien escriba un Dictado contando lo que en el Sueño pasó.
Esto, corriendo la mano más que
tu pensamiento, porque Dios lo está dictando.
Decían en la Gloria que no se le
olvidan al Elegido las palabras que oye de desprecio a Dios.
Esto le hace pensar: “Señor, dime
cómo me debo portar, que yo no quiero nunca hacer mal.
Si mis ruegos son para dar
Glorias, Señor que Tu contestar yo oiga.
Y si Te van a hacer sufrir,
Señor que no oigas los que yo Te pido, y que el sufrimiento me venga a mí”.
***
Libro 47 - Dios no Quiere, Permite - Tomo VI - C2
No hay comentarios:
Publicar un comentario