En Sueño Profético decían:
Ya es tiempo de que el Mando del Elegido sea hecho sin protestas, con alegrías y contentos.
El que este Mando lo coja diciendo: “Señor, Tú mandas”, ése es el que más cree que la vida ahí no acaba, y más cree que el Mando no viene de ella, que es que a ella se lo mandan.
Si no aceptas lo que ella dice, considérate con faltas, pero grandes, y puede que te condenes. Porque ella no te manda, ella recibe una Luz, que sin letras y sin habla, está viendo y leyendo lo que es de Dios, lo que es falsedad y lo que te está aconsejando el espíritu del mal.
Dijo uno:
Este espíritu siempre estará persiguiendo a los que están más cerca del Elegido, para que actúen mal y ellos se defiendan diciendo: “¡yo no hago nada malo!”. Y así continúen en intimidad con los espíritus que van en contra de Dios.
Estos espíritus, si no amas a Dios, no son conocidos, porque te empujan a que hagas un bien del que después puede salir pecado. La Caridad hecha no en el mismo sexo puede perjudicar en vez de premiar.
Dios Hombre encargaba mucho este descuido en el que muchos caen creyendo hacer Caridad. También encargaba que el pecado de pensamiento no contaba para el hombre, pero sí para su Gloria, porque en ella no había ni podía tener contacto el pecado, ni sólo de pensamiento.
Desperté, oí:
¡Qué grandes son estas Enseñanzas
para el espíritu y para el cuerpo!
¡Qué cierto que Caridad hecha
no en el mismo sexo
te puede llevar a pecar
de acción o de pensamiento!
Dios Hombre encargaba a los Discípulos,
que no cerraran las puertas
si alguna mujer los llamaba
para llorarles las penas.
Que si ellas decían que entraran,
ellos contestaran que salieran,
y que les dejaran este encargo:
“Mañana vendrá el Maestro
a oír lo que ya sabe,
y Él os dará el remedio”.
Era Amor en Enseñanza,
apartando lo mal hecho,
para que nadie pensara:
“¿Ésos son
los que acompañan al Maestro…!”.
Caridad lejos de Dios,
no siendo del mismo sexo,
es caminar que preparas
para acabar en el Infierno.
***
Libro 15 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo III - C8
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miércoles, 22 de julio de 2015
jueves, 31 de enero de 2013
El tiempo que dedicas a Dios, es salario que a la Gloria mandas
En Sueño Profético decían:
El hombre le llama perder el tiempo a las cosas del espíritu, a las cosas que no ves, sientes y Dios premia, sin pensar que al espíritu tienes que dedicarle el mejor tiempo.
Dijo uno:
El espíritu tiene sus deseos y te empuja a que a él le sirvas. Si el espíritu es de Dios, siempre te tendrá preparado trabajo para acarrear al Cielo. Y si el espíritu no está con Dios, siempre estará, según él, aprovechando su tiempo, un tiempo que no sirvió ni para dar un consejo. Porque para aconsejar, tú tienes que ir, primero, siempre apartando el mal, siempre enseñando del Cielo, siempre partiendo tu pan y dándolo al pordiosero, siempre el mismo caminar, por pertenecer al Cielo.
Dijo otro:
Mi padre decía que debería el hombre estudiar la carrera del buen consejo; que un consejo dado con Amor de Dios y a tiempo, enseñaba a vivir Paz, que era ir podando, y el espíritu daría brotes con el abono de tus palabras, que iban detrás de tus hechos. A esto, el que Aquí no piensa, le llama perder el tiempo.
Desperté, oí:
Todo el tiempo que ahí “pierdes”
por hacer servicio a Dios,
es salario que Aquí mandas,
que te lo administra Dios.
En cambio, el que se cree
que todo el tiempo ganó,
luego Aquí se presenta
sin conocer lo de Dios.
Luego, ya se queda el tiempo
como castillo o muralla,
sin conocer a su dueño.
Sin importarle quién fue
el que hizo los cimientos.
El tiempo que es para Dios,
luego, Aquí entra, en la Gloria,
contando lo que pasó.
Luego se vuelve a la Tierra,
para acarrear al Cielo,
y nunca es tiempo perdido
el tiempo del buen consejo.
Si esta carrera se hiciera,
se daba valor al tiempo.
***
Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo II - Pag. 37-38
El hombre le llama perder el tiempo a las cosas del espíritu, a las cosas que no ves, sientes y Dios premia, sin pensar que al espíritu tienes que dedicarle el mejor tiempo.
Dijo uno:
El espíritu tiene sus deseos y te empuja a que a él le sirvas. Si el espíritu es de Dios, siempre te tendrá preparado trabajo para acarrear al Cielo. Y si el espíritu no está con Dios, siempre estará, según él, aprovechando su tiempo, un tiempo que no sirvió ni para dar un consejo. Porque para aconsejar, tú tienes que ir, primero, siempre apartando el mal, siempre enseñando del Cielo, siempre partiendo tu pan y dándolo al pordiosero, siempre el mismo caminar, por pertenecer al Cielo.
Dijo otro:
Mi padre decía que debería el hombre estudiar la carrera del buen consejo; que un consejo dado con Amor de Dios y a tiempo, enseñaba a vivir Paz, que era ir podando, y el espíritu daría brotes con el abono de tus palabras, que iban detrás de tus hechos. A esto, el que Aquí no piensa, le llama perder el tiempo.
Desperté, oí:
Todo el tiempo que ahí “pierdes”
por hacer servicio a Dios,
es salario que Aquí mandas,
que te lo administra Dios.
En cambio, el que se cree
que todo el tiempo ganó,
luego Aquí se presenta
sin conocer lo de Dios.
Luego, ya se queda el tiempo
como castillo o muralla,
sin conocer a su dueño.
Sin importarle quién fue
el que hizo los cimientos.
El tiempo que es para Dios,
luego, Aquí entra, en la Gloria,
contando lo que pasó.
Luego se vuelve a la Tierra,
para acarrear al Cielo,
y nunca es tiempo perdido
el tiempo del buen consejo.
Si esta carrera se hiciera,
se daba valor al tiempo.
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Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo II - Pag. 37-38
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