En Sueño Profético hablaban de la Paz. Decían:
En la casa que hay Paz, no preguntes si a Dios aman. Hay casas que Paz no tienen por dentro y quieren que vean la Paz por fuera.
Dijo una mujer:
Yo viví con materia en Samaria, y mi madre era una mujer de una Paz que rebosaba; nada le alborotaba su Paz. Mi padre murió cuando yo tenía cinco años no completos y otra hermana con tres. Pero nos juntábamos cinco chiquillos, ya que mi madre se hizo cargo de tres sobrinos por parte de mi padre que quedaron huérfanos un año antes de la muerte de mi padre. Estos tres, el mayor tenía siete años. Pues nos contaba mi madre y los vecinos más inmediatos, que en el mismo entierro de mi padre, llegaban queriendo alborotarle la Paz con palabras de consuelo, pero que ella sabía que no eran palabras de Paz. ¡Bien pocos la consolaban con palabras de Paz de Dios! Todos le recriminaban el haber recogido a los niños que no tenían más familia que ellos. Esto se oía mucho:
–No vayas a quitarle un pedazo de pan a tus hijos para éstos que a ti no te tocan nada. ¡Repártelos! ¡Y tú con tus hijos, que ya tienes buena carga!
Pronto dicen que mi madre los callaba. Cuando el mayorcillo a su cuello se enganchaba, ellos oían de mi madre:
–¿No puede que esta escena a mí me pase mañana? ¡Ya ha faltado mi marido! ¡Yo puedo faltar mañana! ¡O puede que sea hoy, hasta las doce no es mañana! Cuando los traje a mi casa, fue sabiendo que tenía que estar trabajando sin descanso, pero contaba con Dios, que sé que no me dejaría, y ahora, en este momento, sé que menos me dejará cada día. Yo pienso seguir con mi Paz, que es la que Dios me envía. Y con mi Fe y mi Paz, ¡verás como se me crían! Ya tengo allí a otro que sé fijo que me ayuda.
Desperté, oí:
La Fe y la Paz
forman un muro eterno.
Esta mujer tenía Paz por fuera,
del rebose que había dentro.
La Paz es comunicación
de espíritus en silencio.
Que éstos son los que aconsejan
de lo malo y de lo bueno.
De lo bueno, “pa” que sigas
siempre haciendo lo bueno.
De lo malo, “pa” que digas:
“esto es malo y yo ya iba a hacerlo”.
Donde no hay Paz,
siempre habrá un descontento.
Siempre notarás un mal,
que el mal te empujará
a no ser un hombre bueno.
Esta mujer los crió
con la Paz “mandá” del Cielo.
Confiaba siempre en Dios
cuando la noche llegaba.
Confiaba siempre en Dios
cuando el día apuntaba,
y decía esta oración:
Quiero Paz, y a tu servicio
sé que no me faltará
el sustento “pa” los cinco,
que nadie me puede dar.
***
Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria Que Enseñen - Tomo I - Pag. 62-63-64
Cuando nos reconocemos criaturas del Todopoderoso, la preocupación desaparece.
ResponderEliminarLa Paz se la transmitía la Gloria que la envolvía
ResponderEliminarCon Dios en el corazón la Paz es el principal alimento