En Sueño Profético hablaban Tomás de Aquino y Agustín de Mónica.
Decía Tomás:
El hombre no quiere reconocer lo que es “Dios hablando” y lo que es el “hablar de Dios”. Hablar de Dios no es decir “me dice Dios”. “Me dice Dios” es para después hablar de Dios. Esto es sencillo que el hombre lo abrazara como madre al hijo cuando aún es niño, que en el abrazo siente su protección. Esta entrega es la que tenía que tener el hombre.
La Teología se habla y se aprende del que Dios eligió. Dios se hizo Hombre para Enseñanza y Ejemplo. Volvió a su Reino, y desde Allí manda su Espíritu para que actúe en el hombre, normal al hombre, pero no es como el hombre. Por dentro está lleno de Amor a Dios, rebose que sale por fuera, rebose que no ve el hombre por faltarle por dentro Amor, aunque afuera no saliera.
Dijo Agustín:
Ahora va mi Dictado
con la Palabra de Dios:
Que el hombre tenga entendido
que si hembra o varón,
culto, aldeano o santo,
que quiera decir “soy yo”,
no detienen estos Mensajes
que van del Reino de Dios,
y tiene que ser por ella
decirlos en alta voz,
porque nadie les da el eco
que su espíritu absorbió.
Es pena que diga el hombre:
“¡todo es hablar de Dios!”.
Esto no es, dijo Dios,
esto es me lleva el Padre,
que todo es el mismo Dios,
que Él quiere que diga el hombre:
“la Gloria la veo yo”,
y me dice que publique
"pa" quitar al pecador
que no sabe la existencia
de esta Gloria de Dios.
Tiene que dejar su eco,
el mismo eco que oyó
cuando estaba en el Arrobo,
Arrobo que Dios llevó.
Desperté, oí:
Va diferencia sin culpa,
el oír hablar de Dios,
y oír las mismas Palabras
dichas por el mismo Dios.
Debía de ser alegría,
en vez de ser discusión.
Siempre que habla este Dios,
el hombre intenta y procura
el quitarle su valor.
Esto, si el hombre lo hace,
no está fijo que vive Dios.
TOMÁS DE AQUINO y AGUSTÍN DE MÓNICA
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Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - Pag. 162-163-164
No se puede hablar de Dios sin haberlo escuchado antes, pero hay que querer escuchar.
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