En Sueño Profético hablaban del pecado. Decían:
El pecado en los tibios hace mucho daño, hace menos daño en el pecador que va diciendo: “Yo estoy pecando”. Esto es peligro al aire libre, peligro oculto.
Yo conocí a un pecador que fue conocido por todos los que pecaban, y cuando a alguien veía que a él iba a acercarse, les decía:
¡No! ¡A mí no! ¡No!
No lleguéis ni a preguntarme.
Podéis manchar vuestra honra
tan sólo con saludarme.
Soy pecador conocido
porque yo no quiero ocultarme.
Ya que estoy ofendiendo a Dios,
¡qué menos de yo apartarme!
Ya lo conocieron muchos
por “el que peca y no quiere
que se acerque el que ama
y que pecado no tiene”.
Esto es lo que hace aquél
que mucho peque.
Ya cuando pidió a Dios
que le diera su Perdón,
vieron que Agustín murió,
murió para el hombre,
pero no para Dios.
El pecador que se sabe
los pecados que éste hace,
puedes de él retirarte.
El tibio puede arrastrar a que muchos sean tibios. El ser tibio hay quien lo compara con el prudente. Hagamos un análisis del tibio:
Éste siente las cosas con estudio, desvirtúa lo que siente, no le conmueve que ofendan a Dios, es peso sin pesar, balanza que igual cae a derechas que a izquierdas. Que hay Dios: pues sí. Que no hay Dios: pues no. Del tibio nace muchas veces la hipocresía, y hace que muchos lo sigan sin saber que es pecador. Éste no es Agustín, que retira para que no aprendan de él. El tibio tira a fariseo.
Desperté, oí:
Dios no quiere la violencia, pero quiere que no calles por el hombre.
El tibio halaga al hombre y ofende a Dios.
Ofende con la traición.
Que usa por respeto humano.
El pecador visto por el hombre advierte el castigo.
Si ves el burro que le falta una pata, no te subes.
Si eres tibio ahí en la Tierra,
a Dios contento no tienes,
pues a los tibios Aquí en la Gloria,
te digo que no los quieren.
***
Libro 8 - Dios No Quiere. Permite - Tomo I - Pag. 187-188
Dios vino a prender fuego al mundo. Los tibios no son de Dios.
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