En Sueño Profético yo decía:
“¡Qué Bueno es Dios!”.
Y decían:
Si no destruye el mundo, no es porque no sea suyo, sino por ser Dios.
Nombraban muchos nombres y se dirigían a mí diciendo:
A ella pueden examinarla en lo espiritual. El examen siempre es, o debe de ser, por quien sepa más, o sea, el examinante tiene que saber más que el que se examina. Aquí no habría profesor por haber un Solo Dios. Todo lo que sepan de Aquí, es Dios quien permite que se sepa. Pero en ella no es que permite, es que actúa. Como la Palabra no es suya, ya se encarga Él, que es el que la dice, de la contestación que tiene que dar al que cree son de ella las Palabras. El hombre cree que todo el mal que hace, se lo manda Dios, y todo el bien que recibe, es de su inteligencia.
Desperté, oí:
Dios no es que quiera al que a Él no Lo quiera. Pero si éste dice: “Quiero”, contesta: “Antes, Yo he querido”.
Dios no obliga a nada. Si obligara, Judas no hubiera sido Judas.
Todo lo que sea para comunicar, te será dictado en el momento de ejecutar la Escritura.
Dios habla, y el Mensaje y Dios hablando, no es silencio.
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Libro 7 - Investigaciones a La Verdad - Tomo I - Pag. 190-191
El Amor no necesita la obligación. Por eso Dios nos deja libres.
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