En Sueño Profético hablaban de las cosas de Dios y de las cosas de la Tierra:
Uno valoraba lo Divino; otro valoraba lo material; cada uno valoraba su mercancía. Pues llegaron a tal acaloro, que acudieron de las dos opiniones. Acudieron de la opinión segura y de la opinión vana. Yo presencié esta algarabía, que quedó segura y aclarada por el que ponía razones de Dios.
Unas frases aquí refiero, que dijo el materialista:
–Yo le pongo el valor en lo que veo, en lo que me sirve. Si yo llamo a Dios y me siento, ¿crees tú que Dios me mandará mi sustento? Si digo, ¡ay! que me duele, ¿crees que Dios Allí y yo aquí, me quite dolor? Si le pido monedas, ¿crees que me las mandará? Pues si esto no puede ser que me mande, ¿qué es el valor material? ¿para qué quiero el valor que dices tú, ese valor espiritual?
Dijo el que estaba callado:
–¿Cuánto tiempo crees tú que te podría durar todo lo que pides? Yo pregunto y yo te voy a contestar:
–¿No ves una cosa absurda, pararse en un vendaval y querer buscar la pluma que perdiste días atrás? Pues más, mucho más, es el que quieras comparar las cosas que son de todos, y que todos dejarán. Hay cosas más duraderas, según el que las cuidó, pero que a eternas no llegan, porque así Dios lo mandó. En cambio, lo del espíritu, son los objetos de Dios, que sin ver el que no quiera, va subiendo su valor; si en la tierra vale uno, en el Cielo, luego Dios, le da grande puntuación.
Desperté, oí:
¡Qué absurdo comparar
la nada con lo Divino!
¡Qué ignorancia sin Amor,
decir: No sirve lo Eterno!
¡Qué falta de oír hablar
el valor que da este Reino!
El que esta Mercancía
la tenía y pregonaba,
no pudo decirle cosa
que barbaridad parara.
Porque siempre hay profesor,
pero el hombre callar manda.
***
Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo II - Pág. 257-258-259
Si cada dia presenciamos la caducidad de lo material,no deberiamos dudar del valor de lo eterno.
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