En Sueño Profético se vio un camino ancho, pero no llegaba al suelo, ni veías diferencia del cielo con lo que pudieras llamar suelo. Era igual si mirabas hacia arriba o para cualquier extremo. Lo que sí te hacía sentir era que no estabas en el suelo.
Empezaron a salir, de aquel Poder, alas y caras de niños. Que las alas las llevaban las cabezas de los niños, y les servían de cuerpo. Estas alas no iban en la cabeza.
¡Entiendo mejor que explico!
Dictan Aquí, en el Cielo, que ésta es la Gloria.
Dice una voz sin cuerpo:
Estos espíritus puros son los ángeles primeros: imagen de flotación de un Poder que Dios Padre crea antes de Él crearse Cuerpo, antes de hacer el mundo que a todo le pone vida y todo queda ahí muerto.
Esta es la Gloria. De Aquí sale la vida en Palabras, que es la vida de los cuerpos.
Desperté, oí:
¡Es sencillo comprender
la descripción de la Gloria
si piensas en el nacer!
Puede nacer cuerpo sano,
y si no lleva Palabra de Dios,
no dices vivo,
y hay que enterrarlo.
¡Quién daría esta descripción
con esta lógica Divina,
prohibiendo el enmendar
nada de lo ya dictado!
Esta Enseñanza Dios la manda
para que el hombre se humille
y se corrija sus faltas.
Si el hombre mirara al Cielo
y en esta Gloria pensara,
la sentía y la vivía
y ya nada le amargaba.
Pídele a Dios que la pienses,
y Él te trae Aquí la memoria.
Gloria, empiezo y final sin fin,
donde hay Un solo Dios,
aunque Tres Dioses se nombran.
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Libro 20 - La Palabra del Creador - Tomo II - Pág. 169-170
Dios insiste en que no nos enredemos en lo perecedero sino que tengamos presente el final sin fin.
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