En Sueño Profético decían:
La mala enseñanza hace que el mal practique el que está aprendiendo.
La mala enseñanza va criando raíces y va alborotando al que tiene presente lo bueno, y lo malo, dice: “esto no es de Dios y yo no lo hago”.
La mala enseñanza va contaminando.
Dijo uno:
Yo tuve un profesor que sus primeras palabras iban al tema de Dios. Eran temas diferentes, pero Dios no faltaba allí como la claridad al día y la oscuridad a la noche.
Te nombraba a Dios sin decir su Nombre, pero tú tenías que pensar: “esto es Dios”.
Repetía mucho:
“Tened compasión al Prójimo y no utilicéis la ira. De lo que no seáis dueños, respetadlo; que el respeto os dará buen sitio. Si miráis primero al Cielo y después a la Tierra, ya en la mirada lleváis cosecha. Que esta cosecha puede luego serviros para dar la Paz y retirar la violencia”.
Por último se levantaba con estas palabras:
“Inteligencia sin esta Enseñanza, todo lo que aprendéis de la Tierra no pasa. Reforzad la inteligencia con estas cortas palabras”.
Desperté, oí:
Este hombre amaba a Dios
y quería que todos
Lo amaran o creyeran.
Pero quería no oír:
“Otra vez el Cielo
aquí en la Tierra”.
Quería dar la comida,
no para traer protesta,
era para dar la vida.
Decía que tenía que haber castigo
para el que el bien no enseñara.
No pienses qué es el bien,
si vives de la enseñanza.
El bien es enseñar al niño
que la vida ahí no acaba.
Enseña a que sepa el niño
que alumno y profesor
tienen que vivir practicando
los Mandamientos de Dios.
***
Libro 19 - Dios Manda En Su Gloria, Que Enseñen - Tomo III - Pág. 226-227
Puesto que todos podemos enseñar, todos somos responsables, en parte, del Prójimo.
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