En Sueño Profético decían:
Cansa lo que no quieres, y pesa lo que no puedes levantar por su peso.
Si quieres, no te cansas, porque en hacer lo que quieres, ya descansas. El peso, pudiéndolo levantar y llevarlo, puedes ir descansando. Pero el peso, porque pese, no lo dejes, porque tú con el peso puedes. Lo que pasa es que tienes que ir descansando y al Cielo pedirle fuerzas sin duda y sin exigencias.
Dijo uno:
Hay quien ves que no lleva carga
y siempre te está diciendo:
“Yo no puedo con el peso”.
Y protestas le acompañan:
“¡Todo el día, y tantos días,
subo y bajo la montaña!”.
Cuando quieres la has subido
creyendo que la bajabas.
Éstos son los que a Dios sirven:
ni protestan ni se cansan.
Desperté, oí:
Hazte enemigo
de todo lo que puedas
que veas que te da cansancio
y te aparta del Cielo.
En la unión con Dios,
llega cansancio con satisfacción.
Y en este cansancio,
tú pides trabajo
y nunca dirás:
“Señor, yo me canso”.
Todo el que siguió a Dios
en la Tierra cuando bajó del Cielo,
ninguno estaba cansado,
ninguno dijo: “Maestro
me has dado más peso que puedo”.
El cansancio les venía,
y el querer les hacía descanso.
Al que le faltaba el querer,
allí acampaba el descanso.
***
Libro 23 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IV - C5
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