En Sueño Profético decían:
Si tú quieres a Dios,
paso que des,
en Él ya estarás pensando.
Si tú quieres a Dios,
no puedes tener amistad
con el que Lo desprecia.
Si tú quieres a Dios,
jamás Le pedirás cuentas.
Si tú quieres a Dios,
coges el sufrimiento
como nube de tormenta,
que esperas que pronto pase
y Él te irá dando las fuerzas.
Dijo uno:
Yo sufrí mucho en la vida
por querer que el hombre tuviera
siempre a Dios
en su pensamiento y en su lengua.
Daba con pocos que así quisieran,
y sí con muchos que Lo ofendieran.
Que a mí,
en el momento de oír la ofensa,
Dios tenía que darme la respuesta,
porque eran respuestas de hacer pensar,
no de ofensas.
Desperté, oí:
Estas que mandan dictar
son las que yo contestaba,
que me hacían pensar
cómo los rostro quedaban:
“No culpes a Dios
de que castigo no te mande.
Porque si Dios castigara,
no buscaría a pecadores,
ni oiría cuando el hombre Lo llamara.
Que Lo llama cuando en la Tierra
le niegan el pedir que haga”.
Cuando oía:
“¿Por qué Dios consiente esto?”.
Yo rápido contestaba:
“No culpes a Dios
de que no te mande castigo.
Porque esas palabras
que de tu boca han salido,
están pidiendo
un contestar de castigo”.
Alaba a Dios
en los momentos de alegría
y en los de sufrimiento.
Si el sufrimiento te hace falta,
puede que en la sobra de bienes,
más te haga falta.
Porque estas sobras
son para que en su Nombre
a otros socorras.
***
Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C6
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