En Sueño Profético decían:
Si de Dios te sientes lleno, más lleno te falta. Porque el lleno que da Dios, siempre te deja con hambre para que tú siempre Lo oigas, porque te falta el llenarte.
Dijo uno:
El espíritu es ansioso para lo que el Cielo mande. Y la alegría y el contento sí duran, pero tienes que ir buscando palabras que te den vida, según el día haya llegado.
Yo, el tiempo que viví con cuerpo, nunca pude estar tranquilo diciendo: “Yo ya estoy lleno de la Palabra de Dios”.
Se juntaban en una esquina de mi pueblo unos que eran más jóvenes que yo, y siempre contaban hechos que sus familiares habían tenido con Dios. Pues yo allí no faltaba, y algo me faltaba el día que no acudía para hablar yo o que me hablaran.
Desperté, oí:
A éstos les oí yo: “No digas que estás lleno de Dios, que entonces no nos juntamos”.
El lleno te retira de querer llenarte.
Pongamos comparación con la comida.
Si te llenas el estomago y te ofrecen comida, tu das gracias con palabras y desprecias la comida.
Es mejor que siempre tengas hambre de la Palabra de Dios.
Y nunca darás desprecio a lo que vaya de Dios.
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Libro 30 - Investigaciones a la Verdad - Tomo IV - C4
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