En Sueño Profético decían:
Ya tiene premio de Dios el que acepta lo que Dios dispone.
Si todo lo que va de Dios se aceptara convencido de que Dios lo quiere, se sentiría el consuelo de Él.
El hombre, mayoría de veces, quiere superar el Mando de Dios, y aquí le viene el fracaso.
A los Santos les llaman Santos, no porque tengan diferencia de otros hombres, los Santos es que viven la aceptación de esta Gloria: ya viven sin Libertad aún teniendo materia; por su Amor a Dios han aceptado todo lo que Dios ha mandado, sin replica y sin pedir cuentas a Dios; y lo que Dios ha permitido lo han aceptado sin violencia, y han pensado en el sufrimiento de Dios, y se han unido a su sufrimiento; han puesto todo en Manos de Dios y han enseñado este Evangelio. Esto es el vivir de los Santos que viven ya Santos ahí.
Dijo uno:
Esto que aquí refiero con el Mando de Dios, fue contado por mi padre, al que conocían como “El Santazo del pueblo”:
Decía que vio condenarse a uno por querer ir en contra del Poder de Dios; y que a otro, por aceptar la Voluntad de Dios, lo vio con grande fortuna. Eran dos que tenían unos terrenos sembrados, y que estaban preparándose para la siega cuando empezó un fuerte chaparrón en el que caía piedra. Este que se condenó ofendía a Dios a gritos. Y el que tenía la misma cosecha y en el mismo sitio dijo:
–No siento la pérdida del trigo, siento el Sudor de Sangre de Dios Hijo, que con tus ofensas caerán sus gotas –y se tapó sus ojos para no verlo.
Dicen que, cuando pasó la nube, fueron dos cuadrillas de hombres a ver dónde estaba el trigo para segarlo, y que fue tal la impresión, que allí manaban las conversiones. Las espigas del que aceptó la nube de piedra estaban derechas y secas; y las de la linde –las del amigo–, tumbadas, vacías las espigas y el terreno lleno de piedras, que jamás serviría para más siembra.
Desperté, oí:
No vio sólo este milagro
el que amaba a Dios del Cielo.
Fue todavía mayor:
en un poco de terreno
la Mano de Dios se vio.
Tenía una sementera
sin haber nadie sembrado.
¡Ni era el tiempo siquiera!
Lo hicieron los labradores
que labran desde la Gloria.
Lo hicieron sin el arado,
mientras la nube caía,
cambiando el trigo a otro lado.
Con dos hombres sólo basta
para que cojas ejemplo
de aceptar lo que Dios manda.
***
Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo I - C5
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