Mostrando entradas con la etiqueta Celestial. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Celestial. Mostrar todas las entradas

viernes, 10 de julio de 2015

Brisa Celestial

En Sueño Profético hablaban de amar porque ames, o de amar porque quieran que ames; de buscar a Dios tú solo, sin nadie acompañarte, o de que otros vayan buscando y tú tengas que agregarte, que te agregas y te ven, un ver que para Dios no vale. ¡Hay tantas formas de amar!, esto para el que no ama. Para el que ama hay una forma nada más.

Habla Teresa de Ávila:

A mí me hacían preguntas
que no podía contestar.
Creían que si yo amaba,
era amar por amar.
El que quería este querer
con el del hombre comparar,
no podía comprender
el afán del Dios del Cielo
por Él querernos amar.

Yo, a veces, a mis compañeras,
les quería explicar
los arrobos o mis éxtasis,
que éxtasis eran más
cuando me quedaba sola
y a Dios me ponía a contar
el sufrir que yo sentía
cuando yo quería explicar.

Un día, vi como corros de ángeles,
sin dejarme levantar.
Y por la cara y el cuello
notaba una suavidad,
como espuma o como brisa
que te llega sin rozar,
pero que sientes la brisa
y no te puedes quitar
para vivir sin la brisa.

Esta brisa es sin igual.
Pues cuando quise contarlo,
no me dejaron contar
y dijeron el castigo:
15 días sin hablar.

Desperté, oí:

15 días yo calle,
y 15 días estuve en desprecio,
sin que nadie defendiera
la ofensa “pa” Dios del Cielo.

Tenía el día y la noche
para rezar y pensar,
mientras hacía los trabajos,
los más duros de pasar.

Yo siempre sentía la brisa,
que no podía olvidar,
una brisa que era Dios,
que Lo sientes sin llegar;
una brisa que alimenta,
por ser brisa Celestial.

¡Ay brisa que aún la siento!
¡Ay brisa que al despertar,
noté en mi cara y cuello,
sin poderme levantar!

Yo Te pido Aquí en tu Gloria,
que ya no castiguen más
a aquel que sienta tu brisa
y la quiera publicar,
no por cumplir el castigo
de 15 días sin hablar.
Yo quiero que no castiguen,
para poder publicar.

TERESA DE ÁVILA


***

Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - C5

miércoles, 18 de febrero de 2015

Éstas son Palabras dichas en la Gloria Celestial

En Sueño Profético hablaban de mí, o sea, dirigiéndose a mí. Nombraban muchos los Libros cuando varias veces dijeron: “Ella”.

Dijo uno:

Aquí se nombra a ella por ser el Instrumento que lleva este Mensaje. Aquí se habla al hombre, pero se ordena al que Dios manda. Dios le da Mensajes y Palabras con Libertad y en la Libertad Dios hace presencia, y ya quita Libertad al que al Instrumento quiera vedarle Palabras que Aquí le han dicho que ahí lleve.

¿Cuántos pensarán pensar y en el pensar se morirán, aunque los vean andar? Pensarán en pillar algo en la lectura de esta grandiosidad que Dios manda que se escriba para que quede sellado todo lo que Aquí se diga. Que luego habrá generaciones que lean con Amor lo que hoy con desprecio miran. Y en esta misma que hoy viven, cuando lleva estas aclaraciones, puede que miren arriba y les haga mucho bien, y ya el pecado olviden. Porque al leer estos Libros jamás de Dios se retiran. Es por esto por lo que Dios manda que se escriba y quede para la Historia que a diario venía un espíritu a la Gloria, que Dios dejaba carne vacía. Que había Arrobos en los que la carne se resistía, pero el Mando de Dios es despegue y alegría.

Desperté, oí:

¿Quién comprendería el Arrobo si ella no lo explicara?

Si fuera sólo para ella era Arrobo sin Palabras, porque jamás escribiría lo que en la Gloria le contaran o lo que viera de vivos que aún andan en la Tierra o lo que hablaran los muertos que Aquí viven sin materia.

Es diferencia, aunque Dios también lo quiera, venir sólo para ti o venir para que quede en la Historia.

Éstas son Palabras dichas en la Gloria Celestial.

El que quiera que las lea y el que desprecio da, a Dios se lo da a conciencia.

Todo lo que diga Dios para que otro lo aprenda es Evangelio de Dios.

Si el hombre quiere cambiarlo no es admitido por Dios.

Todo aquél que diga palabras y diga “me las ha dicho Dios” no puede cambiarse nombre, porque Evangelio es su voz.


***

Libro 67 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VII - C1

domingo, 16 de septiembre de 2012

Padre Celestial del Cielo, sólo quiero Tu consuelo

En Sueño Profético explicaban los grados que tiene la oración para Dios y la forma de orar.

Dijo Santiago:

Son muy pocos los que saben hacer oración. Voy a dictar una escena hecha delante de mí:

Entrando un día en Galilea acompañando al Maestro, vimos a una mujer que, de rodillas en un montón de piedras, rezaba y pedía a Dios Padre. Quedó el Maestro detenido y le dijo:

   –Puedes ponerte de pie, porque mi Padre no son esos los ruegos que a Él llegan. Aprende a orar y luego haz oración. El que hace oración sin aprender es porque mucho a Dios ama, y el Amor no deja que nada haga mal hecho. Tú estas pidiendo Gracias y pidiendo cuentas.

Anduvimos unos cincuenta metros y había otra mujer con un niño de unos siete años sentada en el escalón de una puerta, y con súplica y seguridad repetía a dos palabras juntas:

Padre Celestial del Cielo,
sólo quiero Tu consuelo.

Si consuelo yo no noto,
prohíbeme alboroto.

Esto lo repetía con su brazo por el cuello del chiquillo, como dando abrigo a su  espíritu. Fue pasar el Maestro y, como siervo a su Señor, se pusieron de pie y estas palabras todos oímos:

   –¿Sois familia del Hijo del Hombre?

Y contestó el Maestro señalando a todos:

   –Yo soy Dios Hombre y éstos son mis Discípulos. Ya he oído tu oración, y mi Padre la ha oído antes que Yo, porque mi Padre manda en Mí mientras Yo vivo como Hombre.

Terminadas estas Palabras, inclinó sus rodillas y dio gracias a Dios Padre, que también oímos.

Desperté, oí:

Dios quería Amor, no sacrificios.

El que tiene Amor hace todos los servicios que a Dios agradan.

El que no ama hace oración a cambio de una petición.

El que ama hace oración aunque no pida; hace oración porque es el Lenguaje que puede entenderse con Dios.

Dios se entiende sin oración cuando tú mucho amas y Él quiere.

Ama a Dios como la madre y el hijo que decían esta oración:

Padre Celestial del Cielo,
sólo quiero Tu consuelo.


***

Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag. 171-172