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miércoles, 7 de febrero de 2024

Cordero: símbolo de la humildad

En Sueño Profético vi el campo, había muchos borregos, y volaban gran cantidad de pájaros por aquel manchón. Los pájaros no dejaban de trinar, mientras que los corderos pastaban con la humildad y primor del que molestar no quiere. Salió un pastor de en medio de los borregos y dijo:

“Estos borregos enseñan humildad al hombre, y a la vista proporcionan Paz. En un metro de terreno se abrigan unas a otras, dándose sus cabezas y lateral de su cuerpo, queriéndose meter una dentro de otra para más quererse, y sin querer ninguna tener preferencia, siendo ejemplo de obediencia. Si las miras detenido, verás que una avanza y todas la siguen. Ha habido veces de que una bajó la montaña y todas siguieron este peligro. Cordero: símbolo de la humildad, estampa que calma el alboroto”.

“Los pájaros te enseñan a que tengas alegría; ellos, con sus trino, se unen a los cantos de la Gloria; te enseñan a tener confianza en Dios; te enseñan a que Dios es Padre y Él te procura la comida”.     

Cuidará de tu alimento

como la madre al lactante,

como la loba al cachorro,

como el pájaro al nido,

que le lleva el alimento

como todo ser que nace,

que cuidan y va creciendo,

que luego, él hace

lo que a él le están haciendo.

Esta es la confianza

que piden Aquí en el Cielo.

Desperté, oí:

El hombre no tiene Paz

porque piensa en el mañana,

que si pensara en amar,

el mañana no llegaba.

Si la humildad del cordero,

el hombre fuera copiando

desde que nace al final,

Aquí vendría ya enseñado.

Y el chirrío del pajarillo

siempre tuviera en sus labios.

Esto sería agradecer

sin tener a Dios enfadado.

Para hacer esto que digo,

tienes que amar a Dios tanto,

que amando como yo digo,

amas sin hacer trabajo.

Si el pájaro lleva al nido,

y la loba a los cachorros,

¡qué hará este Dios contigo?

En amando, Él te manda

lo que no ve el que no ama.

Haz como los pajarillos

y,¡cómo no!, los corderos,

y cuéntate cuando hables

con esto que hay en el Cielo.

***

Libro 6 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo I - C6

lunes, 18 de enero de 2016

No se puede ser víbora y querer pasar por cordero

En Sueño Profético hablaban Santiago y Tomás. Decían:

El que no ama a Dios, se retira del que recibe el Mensaje. El que lo ama, se acerca y honra a éste con sus actos y presencia.

Dijo Tomás:

Es mejor no hacer uso de la amistad del Comunicante, si no lo vas a honrar.

Un día, estando el Maestro hablando en la sinagoga, llegaron unos que antes habían oído al Maestro y su poco Amor los retiró de que lo siguieran en sus predicaciones. Fueron el mirar de todos. Y saliendo ya de entre el gentío, dijeron unos:

   –¡Va muy mal, tu comercio de venta de esclavos y tu entrada en la sinagoga!

Salieron más a favor de éste que se decidió a publicar su mal vivir, y no se calmaba el vocerío.

Se adelantó el Maestro –que quedó muy atrás porque los que lo amaban no lo dejaban andar haciéndole preguntas– y les dijo:

Donde sepáis que está el Hijo del Hombre, no acercaos, porque vuestro espíritu alberga a las víboras con el pecado y alborota a mis corderos. No se puede ser víbora y querer pasar por cordero. Esto, delante de Dios Hijo.

Desperté, oí:
El hombre se pone el difraz que mejor le va a ir, según la comedia que tiene que hacer.

Dios sabe la comedia que va a hacer y le quita el disfraz.

Dios te habla sin preguntarte tus pecados, pero una vez que te habla, sí te prohíbe que lo sigas.

Te prohíbe que lo sigas, cuando quieras pecar y seguirlo.   

Ya que Dios no te pregunta tus pecados, no quieras pecar y seguirlo.

Síguelo, amándolo, ya no pecarás, y cordero en la sinagoga serás.


***

Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - C3

miércoles, 26 de agosto de 2015

Cordero de Dios

En Sueño Profético decían:

Dios, lo que elige, siempre es para que sirva de ejemplo. Hasta en los mismos animales elige a unos y a otros no nombra. Te pone al palomo con nombre de Espíritu Santo.

Ya, Él actúa, y en la Visión, a veces te sientes dentro de tu pecho algo de tal Fuerza, que negar no puedes aquel Mando fuerte, y tú no te cansas de hacer lo que Él quiere.

Pone a los corderos para que el hombre los mire y piense que tienen su pastor que los guarda. Y el hombre, a Él Lo tiene cuando vive la humildad que estos corderos tienen.

En estas Palabras se vio el campo y quedó silencio. Había muchos corderos, que vistos en altura parecían la piel de sólo uno, por la unión que tenían estos corderos.

Se oyó balar, y el que explicaba con el Mando de Dios, dijo:

“Se oye el balar para que cuenten que están vivos”.

Desperté, oí:

Él se nombra, dándose al hombre para purificarlo, con estas Palabras:

“Cordero de Dios”.

El que Lo quiere,
se limpia de pecado
y Él lo perdona.

El que mire a los corderos,
tiene que mirar al Cielo.

Si eres humilde por fuera
y la humildad es por dentro,
pídele a tu Pastor,
que antes de oír balada,
ya Él te está respondiendo.

Lo que quiere es que no olvides
que Él siempre espera contento.


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Libro 20 - La Palabra del Creador - Tomo II - C2

lunes, 19 de diciembre de 2011

Mejor será la balada dicha por el mismo cordero - Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - Pag.


En Sueño Profético explicaban un hecho de la Vida de Dios Hombre:

Estando un día el Maestro enseñándonos a enseñar, dijo estas Palabras:

–Todos los que estáis a mi Obediencia y a mi Mando, no buscaréis a otro que os enseñe de la Gloria de mi Padre. Buscar otra enseñanza, es no creer Yo soy el Hijo de Dios, a quien mi Padre ha puesto su complacencia. Aprender de otro, es tener falta de esta Enseñanza. Todo el que aprende de Mí, es para enseñar.

Dijo Pedro:

–Maestro, me has quitado peso con tus Palabras. Dos días antes que hoy, tuve unas palabras con unos que estaban parados en las cuatro esquinas y querían contarme de uno que decía que hacía prodigios. Yo quedé un poco detenido y contesté un poco a mi costumbre –mi costumbre cuando veo no quieren reconocerte como Dios Hombre–. Estas fueron las palabras de los que Te igualaban con los que dicen hacían prodigios: “Pedro, ¿cuándo te esperamos para que vengas a oír hablar de Dios Padre?”. Fue oír esto y mis palabras se escaparon de mi boca: “Con invitarme a ir a oírlo no me ofendes a mí sólo, ofendes a Él también, ya que otro no puede hablar del Padre como Él, por ser Él el Padre hecho Hijo y Hombre. Ese no puede hablar como el Maestro ni puede tener su Enseñanza porque no ama; si amara, buscaba al Hijo y ya enseñaba lo que el Padre manda. Esto lo dije un poco subido de tono, y dio lugar a que acudieran algunos.

Desperté, oí:

Las Palabras del Maestro quitaron peso a Pedro.

Pedro no calló, porque callar era aceptar que había más dioses.

Pedro no oía palabras que hablaran del Padre, como no fueran dichas por su Maestro.

¿Quién hablaría de su casa
mejor que el propio dueño?

Y ¿quién vería la falta al cacharro
mejor que el propio alfarero?

Si a Dios lo tienes delante
y sabes que estás aprendiendo,
no busques a quien te hable
lo que Dios te está diciendo.

Mejor será la balada
dicha por el mismo cordero.


***