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miércoles, 18 de noviembre de 2020

Los hermanos

En Sueño Profético decían:

Siempre exige más a Dios el que menos Lo ama. Y más le pide aquel que mucho Lo quiere. Le pide porque sabe que Él todo lo tiene y todo lo puede. Le pide con confianza de que todo se lo da, que le da hasta lo que él no puede ver por vivir espíritu con materia. Esta confianza se la hace el Amor a Dios que siente y presenta en todos sus actos.

Dijo uno:

Hay quien ama tanto a Dios, que sufre en silencio para que el que no ama a Dios no culpe a este Dios de las contrariedades que al hombre le lleguen por los que no aman o por enfermar la carne con poca edad o con edad sin aceptación. Todo esto es temporal o Eterno, sabiduría que falta para poder entenderlo.

Dijo el mismo:

Un hermano de mi padre siempre estaba con mi padre discutiendo por culpar a Dios de lo que él, por su falta de Amor, no podía llegar a comprender. Era verlo, y soltarle las noticias y su opinión:

   –Luego dices… ¿cómo Dios no evitó esto? ¿Cómo puede ser persona tan buena y vivir sin descanso?

Esto, cada vez que mi padre lo oía, era un martirio. Ya un día le dijo mi padre:

   –Mira, no vengas más a mi casa hasta que sientas a Dios, que Lo sentirás cuando no Lo culpes, cuando Le pidas Perdón.

Desperté, oí:

Estos dos hermanos eran

de sentir tan diferentes…

Uno, en todo lo que hacía,

a Dios Lo tenía presente.

El que Amor no tenía,

siempre iba preguntando:

¿Cuánto tiempo lleva enfermo?

¿Qué daño ha hecho en la vida

para que esté castigado? 

El que amaba, si veía

enfermedad o sufrir,

su primer ruego era el Cielo:

“Señor, que culpas nos sean para Ti”.

Que éstos son unos segundos,

para esas horas sin fin.        

Que la materia no duele

cuando piensas: “Dios me quiere

porque mi espíritu es sano”.

Es sano sin los dolores

que producen los pecados.

El que ama, pide a Dios

y se olvida de la exigencia.

Y siempre tiene el pensar:

“Siempre será lo mejor

aquello que Dios lo quiera,

sin pedir explicación”.

***

Libro 14 - Dios Manda En Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C4

martes, 13 de agosto de 2019

La Paz y el Prójimo son hermanos

En Sueño Profético decían las maneras que había de vivir con Paz y de hacer lo grande chico y lo chico grande; de darle entrada en tu espíritu a la Paz, o de cerrarle la puerta con tu forma de pensar.

Dijo uno:

La Paz es el primer alimento para el espíritu y para el cuerpo. La primera asignatura que debería puntualizar el maestro es: enseñar al niño que la Paz es estar Dios contigo; que donde no hay Paz, nada es bonito.

Que piensen en un buen juguete en las manos de un niño, con golpes y oyendo gritos, y él llorando. Ya tira el juguete hasta que el alboroto se ha calmado. Esto de niño. De hombre, hace la falta de Paz más daño, que es lo que pasa en el mundo.

Yo vivía de la enseñanza, y les enseñaba a los niños que tenían que conocer a los ladrones que les robaban la Paz; que sus contestaciones fueran pensadas y su acción de cariño; que así siempre los querría Dios, y no acamparían en ellos los ladrones de la Paz.

Desperté, oí:

Hay quien cree que a la Paz te la lleva la abundancia de bienes.

Yo era gran observador y veía sitios que tenía de sobra y no podía vivir yo.

En cambio, entraba en casas con las particiones hechas para el día y la semana, y más bien era estrechas estas particiones, pero la Paz no faltaba.

La avaricia de tener, tiene fuerza que te arrastra.

Del hambriento no se ha hablado, porque aquí no va la palabra Paz.

Va la falta de Prójimo por el que se dice cristiano.

Si esta palabra la llevara dentro de su cuerpo, sentiría Prójimo y no habría hambrientos.

La Paz y el Prójimo son hermanos.


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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV - C6

miércoles, 8 de julio de 2015

Fariseos y cristianos no pueden ser hermanos

En Sueño Profético decían:

La Tierra absorbe al hombre cuando de Dios se retira. Y al retirarse de Dios, ya él coge por amigos a los enemigos de Dios, que éstos tienen fuerza mala, que se la permite Dios.

Mira si tienen gran fuerza, que intentan adornar el mal para que no te des cuenta y vivas sin este Amor.

Dijo uno:

Cuando detrás llevas a Dios, no puedes tener contacto íntimo, y a nada que te ofrezcan le das valor, y desprecias. Si no ves que por dentro tienen este mismo Amor –no siendo una misma carne, que está dispuesto por Dios–, tú debes retirarte, si no es con la intención de que amen a estos Mensajes.

Pero, ¿cómo tener intimidad con el que quisiera que Esto no fuera verdad y lo desmiente en el momento que puede? Tus Palabras y tu presencia muy pronto serán negadas por Mando que dé esta Gloria.

Fariseos y cristianos no puede estar unidos con Dios Padre para decirse hermanos.

Los fariseos podrán, porque practican el daño.

Desperté, oí:

Tiene peligro en la Tierra
y más peligro en el Cielo,
el que diga “quiero a Dios”
y abrace al fariseo.

Que fariseo es
hacer como que está con Dios,
sin quererlo.

El que al Elegido desprecia,
tú ya no puedes quererlo.

Esto es despreciar a Dios.
Porque Elegido es Instrumento
del Mando de Dios.

El que no crea, no manda,
no cura y no perdona.

Es Dios el que utiliza
al hombre, al monte,
a todo lo que es materia,
para que todo esto
hable de su Existencia.

Todo esto tú lo pones con explicación
en momentos que tú ves
que van a dejar el Camino de Dios.

Si Esto no fuera Enseñanza,
sobraría la explicación,
porque no sabrías darla.

Fariseos y cristianos,
no te tapes de enseñar
que no pueden ser
hijos de Dios, ni hermanos.


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Libro 19 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo III -C3

viernes, 14 de noviembre de 2014

El sufrir y la pena son hermanos

En Sueño Profético hablaba Teresa de Ávila. Contaba sufrimientos y alegrías, penas y contentos, verdades e hipocresías.

Dijo Teresa:

Aunque el sufrir y la pena son hermanos, es peor la pena que el sufrir. Y la alegría y el contento, muchas veces discutí por preferir alegría, porque la gran alegría te lleva como pluma en el aire. Y el sufrir, cuando es de Dios, es sufrir que no ve nadie, por darte Dios el sufrir y tú ser pluma en el aire. Yo veía a mis compañeras, a veces, con tanta pena, que mi sufrir se veía repique de castañuelas. Mi sufrir era de ver lo poco que a Dios amaban los que querían decir: “Teresa, debes guardar silencio. Teresa, ya se hablan hasta ofensas de ti. El convento pierde su recato cuando novicias te ven actuar. Hay grandes caballeros que te siguen por tu forma de vivir. Ama a Dios, pero piensa en el convento, en el sufrir que das a Dios”.

Desperté, oí:

¡Qué consejos más ruines
da el que a Dios no siente!

¡Qué pena yo les veía
cuando se ponían enfrente
de mi sufrir tan sufrir,
que sufrir daba a la gente!

Pero yo, ya con mi Dios,
me veía transparente,
y yo me dejaba ver
para que viera la gente
que sufrir estando Dios,
es el sufrir “pa” la gente.

“Pa” la gente que no ama,
que no entienden cuando ven
a Dios “reflejao” en tu cara.

Yo quiero grande sufrir,
del sufrir que Dios me manda.

Él me dice: “Ve, Teresa”.
Y el hombre: “Teresa, calla”.

Él me consuela con el Gozo
que a su Madre consolaba.

El hombre habla de mí,
y Dios del hombre se aparta.

A veces pido Perdón
porque no les tengo lástima.

TERESA DE ÁVILA


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Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - C5

lunes, 19 de abril de 2010

Hermanos son todos los hombres - Libro 88 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo X - Pag. 71-72


En Sueño Profético hablaban en la Gloria de Dios espíritus por Él mandados. Hablaban hombres que vivieron haciendo el bien en la Tierra porque amaban a Dios, porque creían firmemente en la Gloria donde hoy viven.

Dijo uno:

El hombre, si no cree en esta Gloria, no puede ser bueno, porque vive sin esperar retiro Divino; vive para vivir él, pero no para el servicio de Dios. El hombre que Ama a Dios no puede hacer el mal a los hijos de Dios, que son sus hermanos; no puede vivir indiferente al dolor del que dolor tiene; y no pude hacer sufrir por ser más pudiente, olvidándose de Aquí. El hombre que cree en la Gloria, vive Gloria desde ahí. Es nota a veces curiosa que el que más cultura tiene, más se tapa el decir: “La Gloria existe, y a ella va y viene el espíritu que Dios manda que salga de la vivienda que el hombre tiene que enterrar por fuerza”.

Son los hombres de cultura los que debían poner los codos en la mesa y las manos en la frente, y subir la voz con fuerza, diciendo: “Si hay Dios, tiene Gloria; y si el espíritu no muere, tiene que ir a un sitio donde esté Dios, que ya es Gloria, o donde él quiso, “sitio de no ver a Dios”, como hizo en la Tierra”.

Desperté, oí:

Después de esta explicación, que Dios manda que quede escrita, qué duda puede haber de que no sea Dios el que la dicte.

¡Cómo te habla y te dice Dios Padre, Padre de todos!

¡Cómo te dice que pienses, que si son todos sus hijos, hermanos son todos los hombres!

Es la falta de creer o de Amar la que te retira de que a esta Gloria luego vengas.

Son los hombres de cultura los que deberían estudiar, para repartir las notas.

Repartir, no al Elegido, repartir al que va en su contra.

Hacen más daño los “noes” del que de cultura alardea, que del que dice que no, un “no” sin saber las reglas, lo que suman dos y dos.


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