En Sueño Profético decían:
Dios te premia si tú Lo amas. Que a este premio le da valor el que más ama. Dios hace lumbre en el agua y apaga la lumbre sin echar agua. Dios llama al hombre en varias llamadas. Si el hombre pone Amor a cambio, ya sabe cómo Dios llama.
Dios tiene en su Gloria a quien cumplió ahí sus Palabras. Pero también entra, y Aquí tiene, al que ahí se fue de su camino y un día a Dios llama ocultándose del hombre que no entiende esta llamada.
Este Dios, este Cielo y esta Gloria, es la Casa de Dios Padre en Espíritu, y de Dios Hijo con el mismo Cuerpo de Carne que el hombre rompe y destroza cuando baja a darle la Salvación al mismo hombre. Esto que pasó y que hoy lo recuerdan en la Gloria, lo pensará el hombre por fuera.
Tendría que querer a Dios, y ya pensar en todos sus actos: “Gloria: Casa de Dios, de donde sale la vida, de donde sale el Perdón. Gloria: Sitio que no conoce monedas, que no conoce títulos, que no cuenta vestimenta, que sólo viene el espíritu, pero sin traer el cuerpo”. Trae todo el bien que hizo. Que lo que tiene más precio es el bien que hizo a los espíritus, quitándoles la suciedad para no perder este Sitio.
Desperté, oí:
Si el que quiere venir a la Gloria
se ocupara del que no piensa en ella,
antes de él vendría
el que su cuerpo muriera,
y no la perdería.
Y después de él morir,
con la semilla que él echara,
no dejarían de venir.
Tienes que querer a Dios
queriendo que muchos quieran,
no para pedirle a Dios
mientras estés en la Tierra.
A Dios tienes que quererlo
antes de que tus palabras
junten las primeras letras.
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Libro 21 - Te Habla El Profeta - Tomo III - C6