En Sueño Profético decían:
Dios: Amor y Misterio. Dios: Bálsamo del que curarse quiere. Dios: Amor que ni disminuye ni crece, por ser Amor de Dios. Dios: que Lo llamas y Él responde a tu forma de llamar. Puede que a este responder, el Misterio envuelva, ya que luego tú, con tu Amor, ya lo puedes descifrar, y ya no digas Misterio.
Dijo uno:
Es mejor amar y dejar a Dios actuar. Es mejor pensar, que quién sabrá más que Dios, que quién podrá siempre ir en ayuda de tu carga, que quién te quitará el peso de tu caminar, como no sea el contacto de este Cielo.
Otro dijo:
Cierto es que el caminar de la materia,
con la compañía de Dios,
no tiene cerros, no tiene amarguras,
es arroyo con corriente de fuerte agua
que supera la suciedad
y deja al arroyo airoso,
con ruido, que al pasar,
aunque tú no quieras agua,
te paras a contemplar,
y una vez que ya te pares,
en vez de mirar para atrás,
tienes que mirar al Cielo,
y en Misterio pensarás:
“Nadie cuida este arroyuelo,
ni vienen a visitar,
pero él sigue su cauce,
buscando el río y el mar”.
Aquí ya existe Misterio,
si te paras a pensar.
Desperté, oí:
Todo es Dios Misterio,
Misterio, que al comparar,
no preguntes a este Cielo,
si preguntas sin amar.
Si amas, sientes Amor
y quedas sin preguntar,
dejando que corra el tiempo
como el arroyuelo corre:
primero, buscando al río,
y después buscando al mar.
Todo es Mando,
Mando de Dios,
que sólo Dios lo sabrá.
Es mejor decir yo amo,
sin que quieras comparar,
ni preguntes a este Cielo:
¿esto por qué pasará?
Ni el río ni el arroyuelo
hacen preguntas al mar.
Siguen deprisa el camino,
hasta llegar al final.
***
Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Pag. 222-223-224
Ante el Amor, el Misterio y el Poder de Dios nuestra respuesta es la Confianza.
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