En Sueño Profético hablaban del que sabe que ya no puede vivir y entonces pide el Perdón:
Había varios, y cada uno daba sus palabras de Mensaje para Enseñanza en la Tierra. Repetían mucho:
“Estas clases, para comprenderlas, es imprescindible el Amor a Dios; y para enseñarlas: Amor y mucho sacrificio; que luego, este sacrificio, Dios te lo cambia por Amor, y ya puede el Amor al sacrificio”.
Dijo uno:
Yo vi un día a uno maltratar su cuerpo por la vida de pecado que hacía, y hacer gestiones, buscando al mejor médico, para cuando enfermara. Y le contestó un sabio que no era su saber de Tierra: “Es mejor cuidar cacharro, que buscar para pegarlo. Pues si esto es un buen consejo, figúrate si te digo que a Dios lo ames primero, y ya, cuando enferme tu carne, cualquier médico será bueno, porque si Dios te ha llamado, es para que estés a su lado; y si no ha sido llamada, Dios manda cura se haga; pero sí haz lo primero: pensar en no hacer pecados. Y si ya miras al Cielo, no es para pedir Perdón, es como cuidar cacharro”.
Todo esto era del sabio. Cuando le oíamos palabras, sabíamos que eran sentencias. Y cuando a él mirábamos, te entraba como ceguera, porque no compaginaban palabras con la presencia. En sus palabras veías varios hombres, y no de Tierra.
Desperté, oí:
Era un solo talento,
que Dios le manda el saber.
Era un hombre que piensa:
primero Dios y luego él.
Era el filósofo Eterno,
que quiere, y no para él,
enseñar toda su ciencia,
que Dios le manda a él.
Si te hablaba de la muerte,
te hablaba con un pensar,
que tú pensabas día y noche
en la muerte nada más.
Que este pensar ya servía
para pensar en no pecar.
Para pensar que Dios manda
inteligencia “estudiá”.
Para buscar a los sabios
que a veces no hablan más
de lo justo y necesario;
pero con tan poco hablar,
al mundo van enseñando.
No hay quien dé el consejo
como el consejo del sabio.
Porque éstos siempre son
consejos que Aquí mandamos.
“No busques para pegar,
pero sí cuida cacharro”.
Que esta palabra fue dicha
en uno que fue un gran sabio.
***
Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 246-247-248
Si descuidamos el cacharro se puede deteriorar su contenido, que es de Dios.
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