domingo, 9 de diciembre de 2012

Administra tu salud

En Sueño Profético hablaban la vejez y la enfermedad, la salud quedaba callada, como avergonzada.

Dijo primero la vejez:

   –Yo estoy contenta con llevar las arrugas y quitadas las fuerzas. ¿Quién amaría a Dios si vejez no hubiera? En la vejez piensa el hombre, cuando ve vejez que llega.

Ya dijo la enfermedad:

   –Yo me siento responsable cuando a veces no hago pruebas a los jóvenes, y a los que ya la juventud dejan. A veces, la enfermedad, los jóvenes la desean, y yo, si no me conocen, hago porque me conozcan. Mucho peor es dejarlos sanos en carne y enfermos de conciencia. La enfermedad de la carne no dura, aunque el hombre quiera. ¿Qué es una vida enferma, una vida de materia, si la comparas con la Vida, la que es Vida, que es la Eterna? Si no llegara vejez, pocos entraban en Ella.

Dijo uno:

Que no extrañen estas palabras: “Entraban en Ella”. Esta “Ella”, es la Gloria, que siempre al hombre espera; espera al que cree que esa Vida siempre es buena.

El que vive amando a Dios, a éste, sí vejez le llega, sabe que esta vejez, Dios no la mira siquiera, porque Dios lo deja entrar en su Gloria cuando quiera. Y si su carne se enferma, puede que este enfermar sea, para el que lo vea, una forma de frenar.

Desperté, oí:

La enfermedad y la vejez
pudieron dialogar,
dejándose a la salud
sin parte allí tomar.

La salud es la que más
a Dios le hace sufrir.

Pocos tienen la salud
para adorar a Dios,
y al afligido acudir.

Pocos se sienten contentos
y administran su salud,
obligándola a que piense,
que Dios es premio que da
para que vaya a ofrecerse
al que la vejez y salud
le faltan “pa” defenderse.

La salud es la que siempre,
a Dios le da peor pago.

El hombre con su salud,
casi siempre está pecando.

Administra tu salud,
y que mueras siendo santo.


***

Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo II - Pag. 263-264-265

1 comentario:

  1. Ante la fragilidad volvemos la vista a Dios;en la salud debemos tenerlo presente en el necesitado,en la acción de gracias y en el pensamiento, para no olvidar que algún día también seremos frágiles.

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