En Sueño Profético decían:
A más ames, mejor comprendes la Palabra de Dios. A más ames, más difícil será que peques. Hay veces que se ama y se peca, pero dentro de la línea de Dios.
A esto una mujer contesta ciertas palabras dichas con Voz de Gloria:
Yo amaba mucho a Dios y siempre Le pedía castigo antes de ofenderlo. Me vino un sufrir grande de enfermedad. Mi marido quedó un día sin poder mover las piernas: era de cintura para abajo venda mojada. Él era de un carácter bastante activo, y nunca sus pasos se veían aplacados, ni por el mismo sitio le gustaba cansar sus piernas. Él decía que Dios todo lo había hecho bien, pero que tenía que haber dado al hombre como a los pájaros: alas; que él sería feliz medio día en cada pueblo.
Dijo la misma:
He dicho el vivir de mi marido y su carácter, para que piensen mi sufrir cuando una cuarta de terreno no podía andar. Cuatro hijos teníamos: de 15 el mayor, y el pequeño de 7. Todo lo que necesitábamos lo teníamos, pero el carácter de mi marido sin poder utilizar sus piernas me hizo pecar de ira. Un día dije: “¡Dios mío, no me ha podido venir peor castigo!; mejor mudo, ciego, manco, todo menos las piernas; que con sus piernas buenas se vaya aunque ya no vuelva más a mi casa”. Fue decir esto, y se me presentó una Visión con mis cuatro hijos palpando, sin ver. Di un grito de Perdón, y oí:
“Así puede salvarse; ciego o mudo, no. Tu Amor a Dios no lo habías demostrado”.
Desperté, oí:
Tanto se volcó en amar
a Dios esta mujer,
que el marido Paz siente.
Su oración era decir:
“el demonio fue meterse
y no pude echar de mí”.
Yo creía que mucho amaba,
y me faltaba el sufrir.
Con el Amor que agrandó,
no se volvió a discutir.
El marido había soñado,
y dice que fue Visión:
los hijos mudos y ciegos;
que esto fue lo que pidió.
Esta Visión, al marido,
feliz lo hacía sin andar.
Cuando veía a sus hijos sanos,
y siempre a mayor y chicos:
“Papá, nos sorteamos
el día que nos faltara mama”.
“Siempre nos verás contentos,
aun dejando de jugar”.
Todo lo consiguió la madre:
en el sufrir y en el amar.
Ten cuidado con el sufrimiento,
y entonces haz por amar
con más fuerza a esta Gloria,
que manda para salvar.
El castigo no es de Dios,
es culpa de Satanás.
***
Libro 9 - Dios Habla en Su Gloria que Enseñen - Tomo I - Pag. 144-145-146
Abrazar el sufrimiento es rechazar el pecado. Rechazar el sufrimiento es abrazar el pecado.
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