En Sueño Profético decían:
“Puede ofender más a Dios el que juzga, que el que está pecando”.
Estas Palabras las dijo Dios de Hombre en la Tierra, a unos que delante de Él juzgaron.
Yendo un día con el Maestro de un pueblo a otro, tuvimos que acampar unas horas para el descanso de algunos. Y ya el Maestro hacía la Enseñanza. Que Él ya hacía que se cansaran para que más les llegara la Enseñanza en el reposo del descanso.
Había un hombre sentado en una piedra, con sus manos en la cara, tapando su rostro. Fue uno de los Discípulos a levantarse para preguntarle quién era, y los demás gritaron para decirle más rápido la vida que hacía aquel hombre, que no merecía el ir a preguntarle. Se sentó el Discípulo en el ribazo –como todos estaban sentados–, y dijo el Maestro:
–Tomás, ven y di a lo que querías venir a Mí, que Yo lo sé, pero éstos no –y señaló con su Brazo, que ya era bendecir.
–Quería decirte, que si Tú mandabas, yo iba; le quitaría las manos de la cara y lo traería a tu Presencia para que Te oyera, y puede que ya siguiera tus Pasos y no viviera lo que hasta hoy está viviendo.
Aquí fue donde dijo el Maestro:
–Puede ofender más a Dios –que está ahí oyendo– el que juzga, que el que está pecando.
Y siguió diciendo:
–Uno está pecando, y muchos no quieren que “uno” se salve, y ya estáis pecando, porque vais en contra de mi Mando. Yo he bajado a la Tierra para perdonar y buscar al que está pecando. Si vosotros no lo hacéis, no estáis conmigo y ya estáis pecando. Si a ese pecador lo veis sin estar Yo con vosotros, no os acercáis, por juzgarlo. Aprended a no juzgar, y no seréis juzgados.
Desperté, oí:
Muchos de los que habían seguido al Maestro,
habían pecado también.
Y a esos mismos Dios les dice
y les hace comprender:
¡Que si Yo hubiera juzgado,
estaríais juntos con él!
Después de guardar silencio,
a Tomás le dice: “Ve,
y si quiere tu cobijo,
ya también el mío es”.
“Trabajad sin descanso
donde podáis sanar,
porque el sano
ya está sano”.
“Y el perdonado,
no necesita del hombre su perdón,
porque mi Padre,
ya en Mí lo ha dado”.
Este pecador llevó a muchos
que con él habían pecado.
Él los seguía a distancia,
con miedo y avergonzado.
Se sentó en aquella piedra,
esperando
que alguien cobijo le diera.
Si juzgas, acuérdate
del que se sentó en la piedra.
***
Libro 15 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo III - C4
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viernes, 15 de abril de 2016
domingo, 13 de diciembre de 2015
No hay quien lea estos Mensajes y siga pecando más
En Sueño Profético hablaban Tomás de Aquino y Agustín de Mónica.
Decía Tomás:
Es cosa incomprendida el no querer aceptar esta Teología; es cosa sin palabras, sin poder conversar, sin tener una defensa para poderse zafar, sin que tengan argumento para poder derrotar. Aquí queda sin palabras el que ama de verdad.
Yo, siempre que dicto el Mensaje, digo: “¡Dios mío!, cómo pueden aguantar una Teología tan pura, si aquí lees, y sin preguntar vas aclarando tu mente, y es para emborracharte.
Yo, como tanto quería saber de Aquí para enseñar, porque así mi enseñanza era justa, sin equívoco y sin fracasar…
Sí, Tomás –dijo Agustín–. Aún tu Teología está y estará por siglos y siglos, porque Dios siempre es igual. Dios es siempre el mismo: Dios para enseñar y perdonar. El hombre es el que quiere a este Dios anular.
¡Cuántos pecados quitaría esta Enseñanza dada ya! ¡Cuántos que en su crecimiento pecan por falta de edad! No hay quien lea estos Mensajes y siga pecando más.
Desperté, oí:
Cuando el Amor supera,
ya despides el pecado.
Cuando el Amor supera,
sientes a Dios a tu lado.
Yo, Agustín, sentí a Dios
cuando dije: ¿por qué peco,
sabiendo que existe Dios?
Tiene pecado más grave
el que hace los pecados
sabiendo que Dios los sabe.
Estos Mensajes te sirven
para que no peque nadie.
¡Cuánto perdón pedirá
el que muera sin querer
estos Mensajes escuchar!
Estos Mensajes te sirven
para encerrar el pecado,
y el hombre se quede libre.
El hombre peca más veces
porque cree que Dios vivió
y se subió a los Cielos
sin tener Comunicación.
La Comunicación de Dios,
no puede faltarle al hombre,
porque ésta es la razón
por la que Dios vivió de Hombre.
AGUSTÍN DE MÓNICA Y TOMÁS DE AQUINO
***
Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - C5
Decía Tomás:
Es cosa incomprendida el no querer aceptar esta Teología; es cosa sin palabras, sin poder conversar, sin tener una defensa para poderse zafar, sin que tengan argumento para poder derrotar. Aquí queda sin palabras el que ama de verdad.
Yo, siempre que dicto el Mensaje, digo: “¡Dios mío!, cómo pueden aguantar una Teología tan pura, si aquí lees, y sin preguntar vas aclarando tu mente, y es para emborracharte.
Yo, como tanto quería saber de Aquí para enseñar, porque así mi enseñanza era justa, sin equívoco y sin fracasar…
Sí, Tomás –dijo Agustín–. Aún tu Teología está y estará por siglos y siglos, porque Dios siempre es igual. Dios es siempre el mismo: Dios para enseñar y perdonar. El hombre es el que quiere a este Dios anular.
¡Cuántos pecados quitaría esta Enseñanza dada ya! ¡Cuántos que en su crecimiento pecan por falta de edad! No hay quien lea estos Mensajes y siga pecando más.
Desperté, oí:
Cuando el Amor supera,
ya despides el pecado.
Cuando el Amor supera,
sientes a Dios a tu lado.
Yo, Agustín, sentí a Dios
cuando dije: ¿por qué peco,
sabiendo que existe Dios?
Tiene pecado más grave
el que hace los pecados
sabiendo que Dios los sabe.
Estos Mensajes te sirven
para que no peque nadie.
¡Cuánto perdón pedirá
el que muera sin querer
estos Mensajes escuchar!
Estos Mensajes te sirven
para encerrar el pecado,
y el hombre se quede libre.
El hombre peca más veces
porque cree que Dios vivió
y se subió a los Cielos
sin tener Comunicación.
La Comunicación de Dios,
no puede faltarle al hombre,
porque ésta es la razón
por la que Dios vivió de Hombre.
AGUSTÍN DE MÓNICA Y TOMÁS DE AQUINO
***
Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - C5
martes, 21 de julio de 2015
Vivir pecando o vivir pensando
En Sueño Profético decían:
Hay quien vive pecando y hay quien no vive pensando “¿por qué pequé?”
Hay quien busca pecado y hay quien se retira de él.
Hay quien no le da importancia cuando ve que están pecando o cuando ve camino que puede llevar a pecado. Éste ya se está enfermando o busca la enfermedad.
Dijo uno:
El hombre sabe lo que es pecar pero la carne la tira al fango, a la suciedad, a lo que daña al espíritu, a lo que Aquí no entrará. Si es mujer lo que arrastró u hombre que vive, de pecado en pecado, haciendo vida como cualquier animal, que no importa comportamiento porque ahí se queda ya.
Estos hombres de pecado nada malo verán, ni al desnudismo, ni al robo, ni al crimen, ni al Prójimo atropellar y certifican adulterio incluido premio ya, que el premio es la razón que tú pones al pecar.
El que pecó y no vive, de pensamiento, en su pecar a éste nómbralo siempre como Perdón que Dios da. Como cordero que tira del rebaño por peligro que antes vio y sufre por si caen y teme que no haya curación y sea horroroso el daño.
Desperté, oí:
¡Que dos formas de vivir!
Vivir pecando o no poder vivir de pensar “¿por qué he pecado?”
Cómo te dicen en la Gloria lo que el hombre no quiere que se nombre por pecado.
Hasta que el hombre el pecado no lo vea como la fiera del campo no dejará la defensa para que viva el pecado.
Si el hombre que vive en la Tierra al crimen le diera premio, las cárceles se cerrarían y verías pocos viejos.
Pues el que viva pecado no entra en este Reino.
***
Libro 65 - Dios Habla al no Quiero del Hombre - Tomo V
Hay quien vive pecando y hay quien no vive pensando “¿por qué pequé?”
Hay quien busca pecado y hay quien se retira de él.
Hay quien no le da importancia cuando ve que están pecando o cuando ve camino que puede llevar a pecado. Éste ya se está enfermando o busca la enfermedad.
Dijo uno:
El hombre sabe lo que es pecar pero la carne la tira al fango, a la suciedad, a lo que daña al espíritu, a lo que Aquí no entrará. Si es mujer lo que arrastró u hombre que vive, de pecado en pecado, haciendo vida como cualquier animal, que no importa comportamiento porque ahí se queda ya.
Estos hombres de pecado nada malo verán, ni al desnudismo, ni al robo, ni al crimen, ni al Prójimo atropellar y certifican adulterio incluido premio ya, que el premio es la razón que tú pones al pecar.
El que pecó y no vive, de pensamiento, en su pecar a éste nómbralo siempre como Perdón que Dios da. Como cordero que tira del rebaño por peligro que antes vio y sufre por si caen y teme que no haya curación y sea horroroso el daño.
Desperté, oí:
¡Que dos formas de vivir!
Vivir pecando o no poder vivir de pensar “¿por qué he pecado?”
Cómo te dicen en la Gloria lo que el hombre no quiere que se nombre por pecado.
Hasta que el hombre el pecado no lo vea como la fiera del campo no dejará la defensa para que viva el pecado.
Si el hombre que vive en la Tierra al crimen le diera premio, las cárceles se cerrarían y verías pocos viejos.
Pues el que viva pecado no entra en este Reino.
***
Libro 65 - Dios Habla al no Quiero del Hombre - Tomo V
miércoles, 27 de marzo de 2013
Tuvieron grande arrepentimiento cuando podían seguir pecando
En Sueño Profético hablaban de Magdalena, de Agustín de Mónica y de otros que ahí hicieron grandes pecados, pero que hoy están haciendo servicio a este Cielo.
Dijo uno:
Estos pecadores pecaron, pero tuvieron grande arrepentimiento cuando podían seguir pecando, cuando tenían dinero, cuando aún la belleza sirve para hacer pecar, cuando la salud desafia a los peligros de la montaña y del mar, cuando no piensas en miserias porque te sobra caudal, cuando todos te aplauden en tu forma de pensar, cuando nadie te detiene porque cumpliste la edad. Éstos son los pecadores que si dejan de pecar, ¿qué duda hay de que hoy estén en la Gloria Celestial? Estos pecadores, luego, cuando pensaron su mal, que a Dios le llegó el primero, no podían ni llorar, no pensaban en la muerte, ni ansiaban el llegar. Hubiera sido más cómodo si a Dios no quieren llegar. Pero esta Magdalena quería demostrar que su grande arrepentimiento, a Dios quería pagar, en cundir por calles y plazas que ya no pecaba más, no por hombre de la Tierra, no por enfermedad llegar. Ella quería que vieran que a Dios llamó en su pecar, y Dios le borró la cuenta.
Desperté, oí:
¡Cómo quiso Magdalena
publicar su mal vivir
del tiempo que no fue buena!
¡Cómo enseñaba a vivir
por el sitio que pecado
no podía existir!
A la que veía joven
y pudiera su belleza
llevarse a pecadores,
pronto se hacía presente
y nombraba a Dios del Cielo.
Contaba el sufrir,
y se llevaba a la moza
para que nunca admitiera
palabras que algún día
pecado en ella viviera.
Así creyó Magdalena
que a Dios Le pagaba algo.
No deseaba la muerte,
porque moría en pecado.
Ella quería que vieran
que Dios la había perdonado.
Porque dejó de pecar
sin dejarla a ella el pecado.
***
Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - Pág. 65-66-67
Dijo uno:
Estos pecadores pecaron, pero tuvieron grande arrepentimiento cuando podían seguir pecando, cuando tenían dinero, cuando aún la belleza sirve para hacer pecar, cuando la salud desafia a los peligros de la montaña y del mar, cuando no piensas en miserias porque te sobra caudal, cuando todos te aplauden en tu forma de pensar, cuando nadie te detiene porque cumpliste la edad. Éstos son los pecadores que si dejan de pecar, ¿qué duda hay de que hoy estén en la Gloria Celestial? Estos pecadores, luego, cuando pensaron su mal, que a Dios le llegó el primero, no podían ni llorar, no pensaban en la muerte, ni ansiaban el llegar. Hubiera sido más cómodo si a Dios no quieren llegar. Pero esta Magdalena quería demostrar que su grande arrepentimiento, a Dios quería pagar, en cundir por calles y plazas que ya no pecaba más, no por hombre de la Tierra, no por enfermedad llegar. Ella quería que vieran que a Dios llamó en su pecar, y Dios le borró la cuenta.
Desperté, oí:
¡Cómo quiso Magdalena
publicar su mal vivir
del tiempo que no fue buena!
¡Cómo enseñaba a vivir
por el sitio que pecado
no podía existir!
A la que veía joven
y pudiera su belleza
llevarse a pecadores,
pronto se hacía presente
y nombraba a Dios del Cielo.
Contaba el sufrir,
y se llevaba a la moza
para que nunca admitiera
palabras que algún día
pecado en ella viviera.
Así creyó Magdalena
que a Dios Le pagaba algo.
No deseaba la muerte,
porque moría en pecado.
Ella quería que vieran
que Dios la había perdonado.
Porque dejó de pecar
sin dejarla a ella el pecado.
***
Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - Pág. 65-66-67
lunes, 28 de enero de 2013
“Si os ocultáis del que Yo mando, os ocultáis de Mí, y ya estáis pecando”
En Sueño Profético vi una calle, y un lado de la calle era muralla. En lo que daba al frente de la muralla había casas con ventanas pequeñas de aspecto humilde. Llegaron dos hombres con unas cabras, que las entraron por una puerta pequeña que había al lado de la casa, y una tapia alargaba la casa, que nombraban “el corral”.
Dijo uno:
De estas casas salían unas mujeres cuando pasaban los Discípulos; y los paraban haciéndoles preguntas, pero con reserva, porque ellas consultaban luego con otros y allí daban razón. Y a los Discípulos no enteraban de las razones que, los que tenían por inteligentes, les daban. Tenían a los Discípulos en segunda escala.
Pues aquí oí yo al Maestro estas Palabras un día que salieron sin que supieran que Él iba, porque de Él más se ocultaban:
“Estáis premiadas por mi Padre y no reconocéis Premio, porque el Amor os ha abandonado, porque no sois limpias de espíritu”.
“Si os ocultáis del que Yo mando, os ocultáis de Mí, y ya estáis pecando”.
“Yo os premio con decirles a mis Discípulos que pasen por vuestra calle. Que este Premio es a vuestros hijos. Pero vosotras no tenéis Amor ni a ellos”.
“Tantas veces os ocultéis de ellos, y lo que ellos os respondan lo llevéis a otro sitio transformándolo, pensad que estáis pecando contra la confianza de que Yo soy Dios, que es el peor de los pecados”.
Desperté, oí:
Estas mujeres oían hablar del Maestro y se asomaban a la puerta por el griterío que los hijos formaban cogiéndose a las piernas de los Discípulos.
Esto hacían los chicos, y los grandes detrás de ellos se iban.
Engañaban a las madres porque recibían riña.
El Maestro les sacó secretos que ellas creían que no podía saberlos.
¡Pálidas quedaron las caras y lágrimas en el suelo, con la cabeza agachada!
Habían ofendido mucho con la desconfianza y transformado Palabras que a otros perjudicaban.
***
Libro 17 - Investigaciones a la Verdad - Tomo II - Pag. 204-205-206
Dijo uno:
De estas casas salían unas mujeres cuando pasaban los Discípulos; y los paraban haciéndoles preguntas, pero con reserva, porque ellas consultaban luego con otros y allí daban razón. Y a los Discípulos no enteraban de las razones que, los que tenían por inteligentes, les daban. Tenían a los Discípulos en segunda escala.
Pues aquí oí yo al Maestro estas Palabras un día que salieron sin que supieran que Él iba, porque de Él más se ocultaban:
“Estáis premiadas por mi Padre y no reconocéis Premio, porque el Amor os ha abandonado, porque no sois limpias de espíritu”.
“Si os ocultáis del que Yo mando, os ocultáis de Mí, y ya estáis pecando”.
“Yo os premio con decirles a mis Discípulos que pasen por vuestra calle. Que este Premio es a vuestros hijos. Pero vosotras no tenéis Amor ni a ellos”.
“Tantas veces os ocultéis de ellos, y lo que ellos os respondan lo llevéis a otro sitio transformándolo, pensad que estáis pecando contra la confianza de que Yo soy Dios, que es el peor de los pecados”.
Desperté, oí:
Estas mujeres oían hablar del Maestro y se asomaban a la puerta por el griterío que los hijos formaban cogiéndose a las piernas de los Discípulos.
Esto hacían los chicos, y los grandes detrás de ellos se iban.
Engañaban a las madres porque recibían riña.
El Maestro les sacó secretos que ellas creían que no podía saberlos.
¡Pálidas quedaron las caras y lágrimas en el suelo, con la cabeza agachada!
Habían ofendido mucho con la desconfianza y transformado Palabras que a otros perjudicaban.
***
Libro 17 - Investigaciones a la Verdad - Tomo II - Pag. 204-205-206
jueves, 27 de octubre de 2011
No es lo mismo haber pecado, que pecar o estar pecando - Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - Pag. 71-72-73
En Sueño Profético decían:
Dios habla al hombre para que el hombre hable de Dios. Dios quiere que su Nombre esté en la boca del hombre. El hombre que de Dios mucho habla, piensa en Dios, ama a Dios y enseña cómo no hacer pecados. No hay hombre que ame a Dios y calle, pues si calla no puede enseñar a amar a aquél que callado está porque vive del pecado.
Aunque no diga mi nombre, ya creo que se ve claro que soy Agustín, el hombre que vivió siempre en pecado, hasta que miré al Cielo y vi que era perdonado.
No pude saber entonces
si fue mi arrepentimiento
o las ansias del Perdón
que yo oyera del Cielo.
Luego, ya, me fue diciendo
en el Sueño, en arrobo,
lo que me estaba pasando,
porque esto tú lo sientes
sin poder explicarlo.
No era porque me faltaran
palabras de ahí de la Tierra;
no, era porque un sentir
que Aquí sientes sin materia,
es difícil describir.
Luego me venía el pensar:
“Con tanto como pequé,
a quién le podré decir
que Dios se deja a mí ver”.
Las manos me las ponía
sujetándome la frente,
pidiendo: Perdón, Dios mío,
cómo a mí Tú me has elegido,
habiendo tanto inocente.
No había terminado
de decir estas palabras,
y borraba de mi mente
este reproche yo a Dios.
En mi cabeza no entraba
que en vez de quitarme vida,
a la Gloria me llevara.
Desperté, oí:
Si Agustín te habla de Dios,
nunca deja de decirte
que fue un gran pecador.
No podía comprender
el hacer tantos pecados
y que Dios le hablara a él.
Cuando ya se arrepintió,
se dedicó día y noche
a hacer a Dios oración.
La oración la hacía más veces
salvando al pecador.
No veía las distancias
cuando alguien le decía:
Agustín, aquél pecó,
y necesita tu guía.
No es lo mismo haber pecado,
que pecar o estar pecando.
En haber pecado, tuviste llanto,
llanto de arrepentimiento.
En pecar o estar pecando,
aún sigues a Dios ofendiendo.
Haz como hizo Agustín,
que con las manos en la frente,
a Dios llamó desde ahí.
AGUSTÍN DE MÓNICA
***
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