En Sueño Profético vi a una mujer de 80 años y a otra de 25.
Dijo uno:
Estas dos mujeres, una fue joven, y otra tiene que llegar a vieja, si antes no llega la orden que Dios manda, que el hombre conoce por muerte.
De la vieja huye el pecado,
y a la joven le atormenta.
De la vieja huye
porque ya en ella no ve fuerza,
no ve fuerza y no sirve
para que otros hacer pecados quieran.
La vejez es en la carne,
que ésta llega por fuerza,
que los 80 te tiran
como lobo que hace presa.
La vieja se lamenta
de no haber sido más buena,
y quería que la joven
en el saber la siguiera.
La vieja cuenta una vida,
por si a la joven sirviera;
le cuenta que ella pecó
un día de grande pena
que su marido se fue
sin echarle muchas cuentas.
A la vieja se le oía
llanto con grito de vieja,
de vieja que no le importa
nada hermoso de la Tierra,
de vieja que ya no es vieja
la palabra que le oyes,
porque habla la experiencia.
La joven quedó sin habla,
porque llevaba el camino
que la vieja recordaba.
Ya era oscurecido,
y la moza, engalanada,
tenía cita con uno
que a los braceros mandaba;
era el dueño del cortijo
donde su marido trabajaba.
Cuando la joven oía,
la cara se le cambiaba.
Iba a hacer el pecado
que a los años atormentaba,
a los años en la carne,
que al espíritu no contaba.
Desperté, oí:
Es claro este pensar,
para que piense en los años
el que tenga poca edad.
La vejez sufrió pensando
el mal que de joven hizo.
El pecado de la vieja,
a la joven pensar hizo.
A la joven atormentaba,
a sabiendas que haría caso
de abandonar al marido.
Le había ofrecido bienes
que le pagaran su cuerpo.
Le había ofrecido ira,
retirando de este Cielo.
Pero la moza se encuentra
con el pecado empujándole,
y la voz de la experiencia,
que como viene de Dios,
en su casa se presenta,
y se juntaron los dos.
El marido estuvo hablando
con uno que le contó
que tenía 80 años
y que él nunca pecó.
Porque llegar a vejez
habiendo hecho pecados,
arreglo no puede ser,
por estar ya condenado.
La experiencia siempre está
dando consejos de Dios,
a donde consejo quieran.
Hicieron un buen papel,
los 80 separados.
La mujer ya no pecó,
y el marido le pidió
el perdón de lo pasado.
***
Libro 11 - Te Habla el Profeta - Tomo II - Pag. 95-96-97
Hoy, que nuestra sociedad recomienda diversión para el joven y evasión para el anciano, conviene tomar conciencia de nuestra posición en la vida: la juventud demanda cautela y la vejez concede serenidad y sabiduría.
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