En Sueño Profético hablaban de los que viven con la Palabra de Dios; o los que la niegan, no la buscan y se retiran de ella.
Dijo uno:
Esto es vivir sin cobijo de Aquí de este Cielo; como si pasas por una arboleda una tarde de verano y todos los árboles estuvieran sin una hoja en sus ramas, y el Sol con toda la fuerza que Dios a los rayos le manda.
Voy a hacer más comparaciones de ahí, de ese mundo de materia:
El cobijo hace falta, si no párate y piensa en unos polluelos detrás de una gallina sin plumas, y los polluelos piando, dejando atrás el cascarón que antes de cobijo les sirvió. Y un ternerillo, que aún las manos le tiemblan, se retirara de la madre y el establo solo viera, ¡qué momento de sufrir el ternerillo tuviera! El cobijo es la madre, esto en los animales.
Ya, el hombre, si no tiene el cobijo de la esperanza del Cielo y de las Palabras que de Aquí Dios manda, es pluma en un sendero y aire que la levanta, y antes estuvo en el suelo, y luego se quedará enredada en un romero, o vendrá otro vendaval y ya llegará hasta el pueblo, y enterrada quedará en agua sucia y con cieno. El cobijo del Aliento de Dios te hace pluma en el romero, y te convierte tus manos en garras de duro acero. Este romero es la Gloria, y ya no caes al cieno.
Desperté, oí:
Se compara en el Sueño
para que luego al despertar, aprender;
y luego, al explicar,
enseñar con el ejemplo.
Con el ejemplo que Dios
te da de Visión sin objeto.
Son Enseñanzas Divinas,
para enseñar a los hombres,
que pongan su vista Arriba.
Que pidan la protección
de Dios Hijo, de Dios Padre.
Que sientan la soledad
apartando la materia,
y a Dios tengan que buscar.
Que en buscando, Dios responde,
y te sientes con la fuerza
que tienen los mismos montes.
Éstos y el huracán
se juntan para dar fuerzas
donde Dios quiere mandar.
Una Palabra de Dios
te da vida, te da fuerza
y te manda resplandor.
Y hace que todos vean
que en una vida hay dos.
Está la vida de ahí
y el Mensaje que es de Dios.
Que en ti se hace cobijo
para el que ame a este Dios.
Hay quien busca sin pregunta,
porque lo lleva el Amor.
***
Libro 11 - Te Habla El Profeta - Tomo II - Pág. 87-88-89
Buscar el cobijo del Cielo no es un rasgo de personalidades débiles, sino la toma de conciencia de que somos Hijos de Dios.
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