En Sueño Profético decían:
Si tú quieres a Dios, tú sabes lo que es de Dios. Si tú quieres a Dios, tú no puedes vivir tranquilo sin acudir donde digan que habla Dios. Tú no mires el Lugar, oye la palabra y mira la acción que lleva la palabra, y ya dices: “Aquí Dios habla”.
Pero si tu querer a Dios es de palabras y no es sentido, es que ni quieres ni amas. En la Tierra engañarás, pero al que te deja que vivas el engaño, no Lo engañarás.
Dijo uno:
Se quedó más al descubierto, cuando Dios bajó a la Tierra, el que vivía con el nombre de Dios engañando, que el que no nombraba a Dios y por dentro tenía deseos de que le dijeran: ¡ya está anunciando día y hora del Nacimiento de Jesús! ¡Dicen que viene a salvar al hombre!
A éstos les llegó la noticia y cogieron el camino de Belén, abandonando todo lo poco que tenían y cogiendo lo mejor para Llevárselo.
Desperté, oí:
A éstos no les llegó el nombre de hipócritas.
Estos no guardaban engaño.
Porque amaban y deseaban conocer a Dios de Hombre, para ofrecerse en lo que les mandara.
Ellos sabían que no les mandaría lo que no podían Hacerle.
Los más humildes y los que menos pregonaban el deseo de conocer a aquel Niño que anunciaron los Profetas, fueron los primeros en Belén.
Va el Mensaje a que al creer en Dios y al Amarlo, no hay quien pueda vivir sin acudir a donde sepa que está hablando.
Todo lo que deseas, si es de Dios y te lo ofrecen, no puedes despreciarlo.
El desprecio certifica: “Yo no amo”.
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Libro 28 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo V - C5
Acaso no ha quedado Córdoba y España como quedó Israel?
ResponderEliminarNo es que yo lo diga, es que está a la vista como la noche y el día.
Fueron pocos a Belén y pocos creyeron que en Córdoba hablaba un Profeta.