En Sueño Profético decían:
El Cielo sabe lo de la Tierra. La Tierra no puede saber nada del Cielo, como Dios no traiga Aquí el espíritu y luego lo mande al cuerpo para que diga y explique lo que le han dicho en el Cielo. Que hay veces que sin oír Palabras, el sentir le va diciendo cómo tiene que actuar el espíritu en el cuerpo.
Dijo uno:
El cuerpo no sabe nada. Todo lo que veas que haga, ya ha sido dicho por dentro. El cuerpo y los años son juguete, sin un provecho, en manos de niño pequeño. Primero será cuidado; después, tira por los suelos.
Esto es lo que al hombre le molesta saber: tiene ansiedad por mañana, y busca el año venidero, con el olvido de Dios, con el olvido del Cielo. Que este olvido hace al hombre que enferme sus sentimientos. Y ya queda analfabeto para aprender y enseñar valor de espíritu, valor de cuerpo.
Desperté, oí:
Si el hombre pierde la Gloria,
no es por falta de Enseñanza,
que Dios manda que se aprenda.
El hombre aprendería
si Dios desde el Cielo hablara.
Y que sus Palabras
fueran a su Mando
con quietud o con violencia.
Quietud al agua y al Sol,
prisa al rayo y la tormenta.
Ya, el aire sin descanso
utilizando sus fuerzas.
Si Dios usara este lenguaje,
desaparecería la Tierra.
***
Libro 21 - Te Habla el Profeta - Tomo III - C6
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