En Sueño Profético decían:
Tu misión es ya, enseñar, no convencer. Esto es Enseñanza Divina, que enseñas, pero no obligas. Si obligaras, no serías tú, sería Dios el que obligara. Y Dios no obligó ni a los primeros que de Hombre Lo conocieron. No obligó a sus Discípulos, y por no obligar y permitir, Lo suben al Calvario y muere su Cuerpo en un Madero. Pero a pesar de todo, sigue su Enseñanza por los siglos sin fin, porque Él no está muerto, Él manda Enseñanza, pero no convencimiento.
El que aprende, ya Le sirve, y si quiere va cundiendo. Que esto fue lo que hicieron el día de su Nacimiento, pastores y escribas iban a Verlo. Ya no cabía el convencer, ya Lo estaban viendo.
Al que no quería Verlo, Dios Hombre no mandó ni a María ni a José, para convencerlo.
Desperté, oí:
La misión de la Enseñanza en el Elegido,
si fuera de la Tierra,
ninguno la seguiría enseñando.
La Tierra enseña con rectitud,
con malos modos y cobrando.
Y a pesar de todo,
hay veces que el hombre se niega
a enseñar lo que él aprendió.
Ya que inventor se cree
por aquello que otro no hizo.
Éste se esconde
y te engaña si preguntas
cómo fueron los principios.
El Elegido disfruta con enseñar
aquello que es más oculto.
Pero tienes que ser tú
el que prepares tu espíritu.
El enseña,
y tú te obligas a ti mismo.
El convencer,
es misión de un vendedor,
que con verdad o con mentira
la mercancía vendió.
Dios enseña y no convence,
porque entonces no era Dios.
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Libro 23 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IV - C2
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